La reforma laboral hace poco por las mujeres
Natalia Ramírez Bustamante
Profesora asociada de la Facultad de Derecho
Universidad de los Andes
La reforma del gobierno Petro es una reforma bien intencionada en términos de inclusión de grupos tradicionalmente discriminados y pone un particular énfasis en las mujeres, pero mucho de ella son simplemente declaraciones de buenos deseos. La reforma pasó por alto un momento crucial y que amplifica la desigualdad entre empleadores y trabajadores: el periodo precontractual, a través del cual se crea un apartheid de trabajadores “incontratables”.
El periodo previo al contrato, es decir, el periodo durante el cual se hacen pruebas y se selecciona al personal, es el mismo en el cual, particularmente los miembros de grupos tradicionalmente discriminados, como las mujeres; personas racializadas; miembros de la población LGBTI+; personas con antecedentes penales, enfermedades mentales y con discapacidades, entre otras, son excluidas del acceso igualitario al empleo. La investigación sobre discriminación en el acceso al empleo ha encontrado que, prácticamente en todo el mundo, en todos los contextos, la exclusión de ciertos grupos es una conducta sistemática.
Quienes estudiamos a las mujeres en el mercado de trabajo en Colombia nos cansamos de resaltar un hecho paradójico: pese a que las mujeres en nuestro país están más preparadas que los hombres, porque acumulan en promedio un año más de educación que ellos, participan menos en el mercado de trabajo. Esta menor participación ocurre por un grupo de barreras de distinto tipo y actuando con distinta intensidad, pero, tal vez, una de las más importantes sea la discriminación en el acceso al empleo.
En efecto, los procesos de selección que enfrentan las mujeres cuando quieren obtener un trabajo se asemeja a una prueba de obstáculos. Por ejemplo, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Demografía y Salud, al 32 % de las mujeres les habían pedido una prueba de embarazo para acceder a un empleo, aunque la práctica es ilegal. Entre más alto el nivel educativo, más frecuente su práctica. Y en este porcentaje existe un subregistro. Una investigación que conduje encontró que algunas empresas adoptan la práctica de ordenar pruebas de embarazo subrepticiamente dentro de los exámenes de laboratorio que les ordenan a las candidatas a un empleo. La misma investigación encontró que, con mucha frecuencia, en los mismos procesos de selección, se les pregunta a las mujeres si tienen pareja, si tienen planes de casarse o convivir con su pareja, su conformación familiar, sus responsabilidades de cuidado y el número de hijos que tienen. Todas estas preguntas buscan indagar por información que luego es utilizada para excluir a un cierto perfil de mujeres del empleo: las que tienen responsabilidades de cuidado o que pueden tenerlas en el futuro cercano.
Sin regulación del periodo precontractual, cualquier reforma laboral cuyo propósito sea el acceso igualitario al empleo será inocua. Este es un enorme vacío. Actualmente, la ley laboral en Colombia no tiene lineamientos claros sobre qué tipo de pruebas físicas y preguntas en las entrevistas son admisibles, cuáles exámenes de laboratorio y para qué ocupaciones están autorizados, el uso de pruebas de polígrafo, la prohibición de revisar los antecedentes penales de los candidatos a un empleo y/o revisar si el candidato al empleo ha demandado a un empleador previamente.
Vale la pena usar lo que sabemos para explorar los efectos plausibles de algunas de las nuevas medidas contenidas en la reforma. Por ejemplo, el articulado incluye una licencia por menstruación, que se les daría a las trabajadoras con ciclos menstruales incapacitantes. Sin una regulación del periodo precontractual y controles eficaces en contra de la discriminación en el acceso al empleo, es previsible que los empleadores eviten contratar mujeres jóvenes, que son quienes más sufren esta afección, disminuyendo, como resultado, los niveles de empleo de esta población. Al respecto, una investigación que evaluó el efecto de la extensión de la licencia de maternidad realizada en el 2011 mostró que, como resultado de la entrada en vigor de la reforma, las mujeres en edad reproductiva, es decir, las mujeres más fértiles, tuvieron peores resultados laborales que las mujeres mayores y los hombres de todas las edades. Todo como resultado de la discriminación en el acceso al empleo. La reforma laboral debería, al menos, reconocer los efectos paradójicos de las garantías laborales e intentar contrarrestarlos.
En www.proyectodigna.com ofrecemos un análisis más extenso de la reforma con perspectiva de género.
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