24 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 20 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Online

El Derecho en la construcción de la riqueza y los privilegios

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Andrés Palacios Lleras
Profesor de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario

 

En Colombia, pocos temas han sido tan estudiados como la pobreza. Conocemos su extensa presencia a lo largo y ancho del país y comprendemos sus intrincados vínculos con problemas tales como la violencia y la corrupción. Poseemos, así mismo, un conocimiento sólido acerca de las diversas formas en las que la pobreza se manifiesta y, en menor medida, de sus causas subyacentes. Sin embargo, en este discurso académico y público que se ha centrado tanto en la pobreza, ¿qué podemos decir acerca de la riqueza?

A diferencia de la pobreza, el rol del Derecho en la riqueza y en los privilegios asociados a ella raramente han sido objeto de un análisis juicioso. A pesar de ello, las dinámicas de los privilegios y las ventajas que unos individuos obtienen, a veces a costa de otros, están intrincadamente entrelazadas con el Derecho y despiertan nuestra curiosidad. Después de todo, pocas cuestiones despiertan tanto interés como la fortuna y desventura de los demás. Es hora de empezar a estudiar el papel que el Derecho tiene en la construcción de la riqueza y de los privilegios que vienen con ella.

Tomemos como ejemplo volar en primera clase. Este privilegio se traduce en el disfrute de asientos más amplios y espaciosos, así como de una proximidad preferencial a la salida del avión, lo que facilita subir y bajar del avión. En épocas pasadas, esta experiencia también incluía comidas especiales y copas de champaña; hoy, tales comodidades ya ni se ofrecen (especialmente en vuelos nacionales). Volar en primera clase es un privilegio que puede adquirirse mediante un contrato, lo que lo distingue de otros privilegios que la vida otorga sin mayor elección. Además, este privilegio se diferencia de otros en que se construye sobre la incomodidad de los pasajeros que viajan en las clases económicas. Para que los pasajeros de primera clase puedan estirar sus piernas y disfrutar de un viaje más confortable, los pasajeros en otras categorías deben soportar un espacio más reducido entre sus asientos; cuantos más asientos haya en la primera fila, más limitado es el espacio disponible para los demás viajeros. Las aerolíneas determinan cuántos pasajeros van a viajar en un avión y, por lo tanto, estructuran las opciones, los privilegios y las miserias, en función de sus ingresos. Visto así, el contrato de transporte que celebramos los pasajeros con las aerolíneas redistribuye la comodidad en términos de la capacidad de pago de los primeros.

La oferta de asientos en primera clase no es un vestigio del pasado, sino que obedece a una lógica comercial que vincula la capacidad de pago con el estatus del comprador (y calma sus respectivas ansiedades). Para las aerolíneas, ofrecer estos asientos prémium representa una estrategia para incrementar sus ingresos, atrayendo a aquellos pasajeros dispuestos a pagar más por una experiencia de vuelo más cómoda. En un sector tan competitivo como la aviación, todas las aerolíneas aplican diversas estrategias para maximizar sus ganancias. Para los que adquieren este servicio, representa una oportunidad de viajar más cómodamente –y eso tiene un valor–. Sin embargo, a diferencia de otros privilegios, surge una cuestión importante: ¿debe el Derecho permitir privilegios para unas personas que se construyen a expensas de la incomodidad de otras personas? Después de todo, una cosa es pagar por un servicio de mayor calidad sin afectar a otros, pero otra muy distinta es cuando ese servicio de mayor calidad que se adquiere solo es posible a costa de hacer que los demás sean un poco más miserables.

Al final de cuentas, la reflexión sobre la riqueza y los privilegios en el contexto de volar en primera clase nos insta a cuestionar el rol del Derecho desde una perspectiva de la ética. ¿Es legal disfrutar de ventajas a expensas de otras personas, o está ello prohibido por la moral o la “equidad natural”? La respuesta a esta pregunta es compleja y desafía nuestra comprensión sobre las maneras en las que el Derecho crea riqueza y pobreza, privilegios y privaciones. En un mundo donde la desigualdad es un desafío persistente, la exploración y discusión de la riqueza y los privilegios desde un enfoque jurídico deberían ocupar un lugar más destacado en el debate público y en la agenda académica. Bienvenida la discusión.

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CRISTIAN LOZANO

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