24 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 12 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Online

La ilusión del mérito académico en Colombia

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John Zuluaga

Doctor en Derecho y LL. M. de la Georg-August-Universität Göttingen (Alemania)

Profesor asociado de la Universidad Sergio Arboleda

Los cursos de la carrera docente universitaria en Colombia pareciesen que están determinados por una sumatoria de méritos a partir de los cuales se autoriza la incorporación y el escalonamiento de los profesores. Para este propósito, se hacen ingentes esfuerzos por parte del personal científico para acreditar sus competencias académicas mediante la aprobación de doctorados (a veces basta con maestrías), el acopio de experiencia docente en pregrado y posgrado y una alta producción científica en diferentes niveles. Sin embargo, todos estos esmeros fácilmente pueden terminar marginalizados a causa del decisionismo, oportunismo o hasta racismo que impera en algunos escenarios burocrático-universitarios encargados de validar las condiciones de ingreso y ascenso en la carrera profesoral. De esa manera, a menudo, el mérito académico a partir del que se convocan los perfiles científicos resulta ninguneado y termina siendo una patente de corso en favor de la reproducción de campos de interés en los que impera el afecto personal, intereses de clase, relaciones históricas de posiciones, entre otras cosas.

Si bien es cierto que los proyectos meritocráticos, como diría Sandel, pueden ser relativamente pobres en términos de justicia, pues instalan un sistema de clasificación entre ganadores y perdedores, también es cierto que el descalabro de las prácticas de incorporación y ascenso del personal científico puede ser aún mayor cuando resultan siendo preponderantes los contextos afectivos, de clase, ideológicos o hasta regionalistas. Esto último tiene mucho más sentido, si se tiene en cuenta que algunas universidades en Colombia están atadas a visiones político-económicas o hasta confesionales y, además, en muchas ocasiones, resultan condicionadas por ciertos provincialismos.

Cuando se proyecta un sistema universitario a partir de integrantes convocados por mérito, pero que finalmente resultan promovidos dentro del sistema por lazos de amistad, por conveniencia, por su servilismo o capacidad de adulación, se termina desracionalizando el concepto mismo de universidad que hunde sus raíces y promueve su reproducción con base en la autonomía de formaciones discursivas con sus propias legalidades (científicas) internas. Esto puede tener nefastas consecuencias en los rendimientos docentes e investigativos, pues se promueve la soberbia moral y cierto narcisismo de los bienqueridos en los campos afectivos, la no movilidad institucional por el engendramiento de aristocracias universitarias y, por supuesto, resulta ser un gran desincentivo en el campo científico. Así, se estaría generando una ilusión del mérito que lejos de promover algún desarrollo institucional podría tener el efecto contrario.

Con todo esto se identifican, como muy bien lo ha dicho recientemente Felix Hanschmann desde Alemania, varias clases de problemas. En primer lugar, desde el punto de vista constitucional, es una clara trasgresión al principio de igualdad. En segundo lugar, como efecto de los cursos discriminatorios, se desperdicia un enorme potencial de talento, recursos y competencias. En tercer lugar, ante la insistencia en la cohesión social, ideológica o regional, se extirpan los beneficios que trae la diversidad, por ejemplo, para la creatividad en la resolución de problemas de investigación.

Para contener la maniobrabilidad que se logra por parte de algunos decisores, en lo que respecta a la selección o ascenso del personal científico, para hacer prevalecer sus intereses o validar las adhesiones personales, se debe trabajar de forma institucional y autocrítica. Por un lado, a nivel más general y estructural, sería necesario asegurar una efectiva igualdad de oportunidades de los miembros universitarios o los aspirantes a serlo. Un relativo buen ejemplo a nivel de concursos docentes lo proporciona la denominada Hausberufungsverbot en Alemania, con la que resulta prohibido que los profesores ordinarios de una universidad sean elegidos entre propios egresados recién graduados, discípulos o amigos. Por otro lado, a nivel de los propios profesores, es hora de intentar hacer las cosas de otra manera, en todo el quehacer universitario. Se hace especialmente relevante promover, por ejemplo, jerarquías más horizontales y más inclusivas, interacciones menos formales y sin prejuicios. Debe ser posible una manera diferente de interactuar con los demás, sin pontificar, más empática y apreciativa.

Es muy importante incentivar la integración del personal científico en ámbitos nacionales e internacionales. Los intercambios académicos son un gran antídoto contra el narcisismo académico y ayudan a ganar en humildad cultural. También es muy importante integrarse a redes de trabajo académico, no solo para no permanecer aislado, sino, además, para que las propias experiencias y percepciones no tomen cuerpo de verdades absolutas.

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