¡Qué vivan las estudiantes!
María Camila Correa Flórez
Profesora principal de carrera y coordinadora del área de Derecho Penal de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario
@MKamilaC
Este mes de marzo conmemoramos la lucha feminista: el largo camino que ha sido recorrido por millones de mujeres que buscaban y buscan una vida más digna, más igualitaria y libre de violencia. El Derecho ha sido una herramienta utilizada para conseguir estos fines. Sin embargo, al analizarlo desde una perspectiva de género, se ha podido establecer que en ocasiones su construcción, aplicación e interpretación discrimina y oprime a las mujeres. Por lo mismo, y para lograr que sea una herramienta útil para alcanzar la igualdad formal y un trato no opresivo, es necesario estudiarlo, comprenderlo, analizarlo y enseñarlo desde otro punto de vista: desde los estudios feministas y de género.
Llevo años, inspirada por grandes maestras y de la mano de maravillosas colegas y amigas, enseñando el Derecho de esta manera y por mis clases han pasado muchas mujeres jóvenes interesadas en estos temas. También he conmemorado muchos 8 de marzo desde que soy profesora, pero quizás este ha sido el que más me ha conmovido. Por alguna razón, este año he hecho una pausa para observar a mis estudiantes y me he encontrado con un número enorme de jóvenes mujeres conscientes y comprometidas. Con esto no quiero decir que en años anteriores no haya sido así, sino que este año me siento especialmente conmovida (y honrada) de ver tantas mujeres jóvenes acercándose al Derecho con la intención de entenderlo, estudiarlo, comprenderlo y hacer de este una herramienta que ayude a cerrar la brecha de desigualdad.
Es verdad que el número de mujeres que estudian Derecho ha incrementado muchísimo en los últimos años y que, normalmente, vemos más mujeres que hombres en las aulas. Pero estas nuevas generaciones son diferentes a lo que quizás fuimos nosotras. Estamos frente a estudiantes curiosas, llenas de dudas, de preguntas, que se han aproximado a los temas que atañen a las mujeres y al Derecho desde mucho antes de llegar a los salones de clase. Jóvenes mujeres capaces de cuestionar el status quo desde una perspectiva crítica y conscientes de que deben tener las herramientas jurídicas para hacer del Derecho una herramienta menos opresiva, menos discriminadora, menos patriarcal.
La enseñanza del Derecho con perspectiva de género no es igual que hace unos años. Ahora tenemos un montón de interlocutoras formadas (en otras clases, por otras profesoras o de manera autónoma) capaces de definirse teóricamente, cuyas dudas e interpelaciones nos retan de una manera diferente. Estamos frente a nuevas generaciones de abogadas que continuarán con el legado de todas las mujeres que han estado antes que nosotras (y el nuestro). Por eso yo, personalmente, me siento orgullosa de todas y cada una de ellas, de sus dudas, de su pasión, de su inteligencia, de sus ganas de aprender, de comprender (que ya las teníamos nosotras) y de su decisión irrevocable de seguir construyendo un Derecho más justo, más digno, más igualitario. Me queda la tranquilidad de que este grupo de mujeres jóvenes ya no titubea a la hora de alzar la voz, de cuestionar la desigualdad, de aprovechar bien las herramientas jurídicas para, por ejemplo, hacerles frente a las violencias.
Toda mi admiración, respeto, agradecimiento y cariño para esas jóvenes mujeres que se cuidan y se apoyan entre ellas y que por fin han entendido que la de al lado es aliada y no competencia; chicas que tienen quizás mucho más que enseñarnos a nosotras, que nosotras a ellas: ¡Qué vivan las estudiantes!
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