30 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 5 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Mirada Global

Protestar por razones equivocadas

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Daniel Raisbeck

 

Según muchos de los manifestantes en Chile y Colombia, entre las principales razones de su descontento con sus gobiernos están la desigualdad y el encarecimiento de los costos de vida. Si ese es el caso, me atrevo a sugerir que marchan, protestan y lanzan arengas (si no proyectiles) contra las instituciones equivocadas. En vez de dirigir su ira contra la Rama Ejecutiva, deberían hacerlo contra los bancos centrales.

 

La dificultad, por supuesto, es que los bancos centrales que causan los mayores problemas están en ultramar. La Reserva Federal de Estados Unidos, por ejemplo, redujo la tasa de interés efectiva federal (Effective Federal Funds Rate) de un nivel del 5,25 % al 0,07 % entre mayo del 2007 y julio del 2011. Solo en julio del 2017, EE UU recuperó una tasa de interés federal superior al
1 %. La tendencia al alza, sin embargo, duró poco tiempo.

 

Tras el desplome temporal del mercado bursátil en noviembre y diciembre del 2018, la Reserva Federal reasumió sus recortes, reduciendo la tasa efectiva de interés de un 2,41 % al inicio del año pasado a un 1,83 % actual. Este fenómeno es problemático por varias razones.

 

En primer lugar, las tasas de interés artificialmente bajas desincentivan el ahorro. Lo más grave, sin embargo, es que inflan drásticamente los precios de los activos, en particular la propiedad raíz, las acciones en bolsa y los bonos. Las políticas de tasas de interés cercanas a cero disparan el consumo, pero también las diferencias materiales entre quienes poseen activos y quienes no.

 

Durante la última década, el constante crecimiento bursátil de los índices S&P 500 y Dow Jones ha sido impulsado por los grandes innovadores tecnológicos como Apple y Microsoft. No obstante, la deuda barata también ha sido un catalizador del gran mercado alcista.

 

EE UU, sin embargo, mantiene tasas de interés altas comparadas a las del Banco Central Europeo (BCE), las cuales son negativas desde el 2014 para los bancos que hacen depósitos a un día en la eurozona (el nivel actual es de -0,5 %). Por otro lado, las operaciones principales de refinanciación que, como explica el BCE, “proveen el grueso de la liquidez del sistema bancario” europeo, se han mantenido en el 0 % desde el 2016.

 

Al nivel nacional, el rédito de los bonos soberanos de los países más prósperos se ha sumergido. El pasado agosto, Reuters reportó que el rendimiento del bono estándar alemán con vencimiento a 10 años alcanzó un mínimo histórico de -0,61 %. Inclusive el bono alemán con vencimiento a 30 años producía intereses negativos (-0,147 %).

 

Las tasas de interés negativas no se limitan a la eurozona; el Banco Nacional Suizo las estableció en el 2014 (el bono helvético a 10 años produce -0,75 % en intereses anuales). El Banco de Japón hizo lo mismo en el 2016. En Dinamarca, el Jyske Bank A/S ofrece tasas del -0,5 % para hipotecas. En Suecia, el banco central (Riksbank) introdujo tasas negativas para depósitos en bancos comerciales en el 2009.

 

Según el Financial Times, cerca del 25 % de la economía global ha sido parte del experimento con tasas de interés negativas. El hecho de que, en gran parte del mundo desarrollado, el inversionista o ahorrador deba pagarles a los bancos o a los gobiernos para que mantengan su dinero ha impulsado un éxodo de capital hacia EE UU, donde aún se encuentran rendimientos positivos y la economía aún crece a un ritmo relativamente alentador.

 

Esto ha afectado a mercados emergentes como Chile y Colombia, porque el fortalecimiento del dólar ha contribuido a la depreciación de las monedas locales. El pasado 6 de septiembre –antes de que comenzara la destrucción sistemática de la infraestructura nacional– el peso chileno alcanzó el nivel más bajo frente al dólar en dos años. En agosto, el peso colombiano se había depreciado en un 20 % en lo recorrido del 2019 y un 45 % desde el 2014, como escribió el profesor Steve Hanke en Forbes.

 

Desde el punto de vista del inversionista extranjero, una fuerte depreciación monetaria en un mercado emergente contrarresta ventajas como unas tasas de interés mayores que las de los mercados desarrollados. Inclusive quien únicamente lleva a cabo transacciones en la moneda local sufre con la depreciación. Como declaró Pablo Trujillo Tealdo, de Acción Fiduciaria, la debilidad del peso colombiano “nos está empobreciendo a todos (porque) somos deudores en dólares”, al financiar “a un gobierno que debe en dólares”.

 

La principal herramienta contra los efectos nocivos de la depreciación de la moneda local es el fácil acceso a otras monedas más fuertes y más estables, por ejemplo, a través de la apertura de cuentas bancarias denominadas en dólares. A diferencia de las manifestaciones actuales, una protesta que exigiera la dolarización parcial de la economía sería del todo coherente.

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