26 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 1 hora | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Corte y Recorte

La estatua de Bolívar

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Óscar Alarcón Núñez

 

A propósito de lo que escribí aquí en una edición anterior (596), sobre las estatuas de Santander y Márquez que deben estar en el Palacio de Justicia, es bueno recordar la polémica que se armó con la de El Libertador, ubicada en la Plaza de Bolívar.

 

El sitio actual Palacio de Justicia, destruido en el holocausto de 1985, fue un lugar de casas de habitación y galerías de comercio que se exponen hoy en viejas fotografías en el quinto piso (bloque A) de la Universidad Externado de Colombia, en un museo que se ha montado por iniciativa del actual rector, Hernando Parra Nieto.

 

En una de esas casas vivió Nicolasa Ibáñez y allí fue donde tuvo lugar la disputa de Santander y Márquez a la que también se hizo mención en la anterior ocasión. Después, ese inmueble lo adquirió El indio Gutiérrez Nieto, una especie de nuevo rico de mediados del siglo XX. En 1846, Joaquín París obsequió a la nación la estatua pedestre de El Libertador, elaborada por el maestro italiano Tenerani, y se optó por ubicarla en la Plaza de Bolívar. Primero, y luego de un largo debate, se colocó a Bolívar mirando hacia el Capitolio y dándole la espalda a la casa que había sido de Nicolasa Ibáñez y luego de Gutiérrez Nieto. Después, se cambió y hoy El Libertador aparece mirando hacia el reconstruido Palacio de Justicia, leyendo la frase de Santander: “Colombianos: las armas os han dado la independencia, y las leyes os darán la libertad”.

 

Cuando Gutiérrez Nieto la compró, la remodeló totalmente, la hizo de dos pisos y también, mirando al Capitolio, colocó su efigie, como cualquier Rojas Trasteos. Eso dio lugar a que Clímaco Soto Borda escribiera estos versos: “Bolívar con disimulo/y sin faltarle al respeto/le volteó tranquilo el culo/al ‘indio’ Gutiérrez Nieto”.

 

Por supuesto que el “homenaje” no le gustó nada a Gutiérrez y ante la protesta, el poeta de La gruta simbólica, en un acto de decencia, le presentó excusas y ofreció cambiarle los versos. Y lo hizo de la siguiente manera: “Bolívar con disipeto/y sin faltarle al remulo/le volteó tranquilo el Nieto/al ‘indio’ Gutiérrez culo”.

 

Gutiérrez Nieto ¿le daría por donde sabemos?

 

Tras la destrucción del Palacio de Justicia, por el holocausto, los magistrados de la Corte y del Consejo de Estado invitaron al presidente López Michelsen a la inauguración del nuevo edificio, reconstruido. El exmandatario, que estaba todavía dolido porque en la Corte le habían tumbado la convocatoria a una pequeña constituyente, y él que no se quedaba con nada, declaró: “Pensar que desde este sitio, en donde vivían las Ibáñez, todavía aplican justicia”.

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