24 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 19 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Doxa y Logos

La familia como relato

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Jorge González Jácome

Profesor asociado de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes

En las leyes, decisiones judiciales y libros para enseñar derecho de familia, esta última se define generalmente como una institución social, núcleo de la vida en comunidad, la cual es regulada en sus aspectos principales por una serie de normas jurídicas. Hace poco, leyendo un par de novelas conmovedoras sobre hijos entendiendo a sus padres y madres, comprendí que la familia, como toda institución social, también es un relato, una historia sobre el inicio de la vida, nuestra pertenencia al grupo y sobre la enfermedad y la muerte.

Las dos novelas que tengo cerca estos días ponen en el centro a la familia como relato: El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Țîbuleac (Impedimenta, 2020) y Los astronautas de Laura Ferrero (Random House, 2023). En la primera, un artista recuerda el último verano que pasó con su madre durante su adolescencia. El escrito sobre estos recuerdos es parte de la psicoterapia del narrador que, muchos años después, nos ofrece una mirada a tres meses de la vida de madre e hijo en los que la relación turbia fue remplazada por el perdón, la comprensión y el compartir las rutinas de la vida. En ese espacio, en medio del recuerdo de ese último verano, el narrador parece encontrar lo mejor de sí mismo y de su madre.

En Los astronautas también se trata de enfrentar la enfermedad, pero quizás esta no es el centro de la narración, sino algo que ocurre en medio de una pregunta más grande en el marco de la búsqueda de la narradora por unos padres que se divorciaron cuando era muy pequeña. Su padre se marchó, según le han contado, y ella se quedó con su madre. Sin embargo, ha tenido una relación con su padre a lo largo de la vida. Padre y madre se casaron con otras personas y tuvieron otros hijos. La narradora no se siente completamente parte de la familia del padre, su esposa y su hija, ni de la familia de la madre, su esposo y su hijo. ¿Cuál es su familia? La investigación empieza cuando ve una foto de sus padres juntos y se pregunta cómo fue esa familia fugaz que tuvo –la de su padre, su madre y ella– y cuál es entonces su relato sobre la familia. Luego de narraciones contradictorias que algunos de sus familiares hacen sobre esa familia fugaz, llega la enfermedad de la madre y algunas conversaciones en ese momento le abren a la narradora pistas sobre la existencia, sobre su familia y su significado.

En la novela de Țîbuleac, el recuerdo de la enfermedad, a pesar de toda la tristeza que lo atraviesa, emerge como el momento de reconciliación. La gran belleza del relato de esta relación con la madre consiste en que el tono rabioso del narrador va cediendo a medida que vamos avanzando para ir encontrándonos con un ser humano que quisiéramos abrazar y acompañar en su tristeza. En la novela de Ferrero, la investigación sobre el pasado y finalmente la enfermedad de la madre nos muestran a una narradora que parece incómoda con la incertidumbre de no conocer el pasado, pero que se transforma al aprender a vivir con la falta de certeza, con los vacíos de los recuerdos y con la aceptación de que los afectos de la familia están en un balance delicado, en donde los padres hacen lo posible para sobrevivir en medio del caos y también hacen lo posible para que sus hijos puedan sobrevivir lo más lejos de ese caos.

Pienso en estas novelas mientras enfrento la enfermedad de mi padre. Es una enfermedad difícil que crece poco a poco y lo está extinguiendo. Una vez él no esté, volará por los aires el último pedazo del techo inicial que construyeron con mi madre; se perderá no solo su compañía física, sino la fuente de algunos relatos que me han ayudado a entender la vida. Mientras lo veo acostado en una camilla, mirando las luces neón del techo, quejándose del frío de los corredores de hospitales y centros médicos donde espera tratamientos, pienso en la historia de esta enfermedad, de lo que hemos hablado y vivido desde el diagnóstico en los últimos dos años. ¿Cómo impactará esta enfermedad y su fin el relato sobre la familia que contaré?

El Derecho seguirá diciendo que la familia es una institución social reglada por una serie de normas, que es el núcleo de la sociedad. Pero en momentos de enfermedad, de pérdida, de muerte, se revela de la mejor manera que la familia es una historia, un relato que se construye hasta el último minuto de nuestras vidas. Y esto es así, quizás porque el reconocimiento de la familia como un relato es la única manera cuerda de vivir con nuestros muertos. Por eso guardo estas novelas cerca de mí en estos días: porque quiero tener la fe en la posibilidad de que, en medio de esta enfermedad, me dé cuenta de algo de lo que no me había percatado y que quizás pueda darle un color más bello al relato de la familia que empezaron mi madre y mi padre y que yo seguiré contando.

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