27 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 3 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Corte y Recorte

El “Mocho” Huertas

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Óscar Alarcón Núñez

 

Recordaba El Tiempo que hace cien años se publicaron en Panamá las memorias del general Esteban Huertas, un gris personaje boyacense, que fue uno de los colombianos protagonistas de la separación del istmo. De solo metro y medio de estatura, se sentía la encarnación de Simón Bolívar. Nació en Úmbita (Boyacá), población situada a 76,7 kilómetros de Tunja. Militar precoz, de allí su generalato a los 33 años, cuando se produjeron los hechos de la separación.

 

En 1900 perdió la mano derecha en el combate de Anchicayá, cuando luego de disparar varias veces un cañón, este se recalentó y quedó al rojo vivo, debido a lo cual la bala salió por detrás y le destrozó el brazo derecho. Desde entonces, comenzaron a decirle el “Mocho” Huertas. Si los años siguientes de su vida los hizo con una sola mano, y protagonizó, entre otros hechos, su complicidad con la separación de Panamá, ¡qué tal si hubiera tenido las dos!

 

En la iglesia de Úmbita se halla su folio de nacimiento, el cual dice, debajo del nombre, en el margen izquierdo: “Traidor a la patria. Vendió el istmo de Panamá en 1903. Con el producido de su traición vive olgadamente (sic) en Nueva York”. En 1903, cuando se produjeron los hechos, tenía 34 años.

 

Llegó a la comandancia general del Ejército en Panamá tras los sucesos bochornosos del general José Vásquez Cobo (Pepe Botella), hermano de Alfredo, entonces ministro de Guerra del presidente Marroquín, a quien habían expatriado para que en Bogotá no se desdibujara la imagen de su familiar, destacado miembro del gabinete. La historia picaresca recuerda que Pepe, pasado de copas, y de muchas copas, desfiló a caballo con una prostituta desnuda por las calles de la ciudad, destituyó por decreto al gobernador Facundo Mutis Durán y se designó a sí mismo jefe civil y militar de Panamá. A su vez, Huertas lo destituyó y se quedó con la comandancia, desde donde hizo miles de jugaditas que permitieron la separación.

 

Le dijo Huertas a José Agustín Arango, también colombiano y quien igualmente fue partidario de la separación: “Tengo un lazo conyugal que me ata al istmo. Soy panameño de corazón y prefiero separarme del servicio militar antes que dejarlos solo. Mis servicios, ya sean civiles o militares, siempre serán para amigos como usted y como el pueblo de Panamá”.

 

Hay que imaginarse las memorias de Huertas, cien años después. Luchó por la separación, a brazo partido.

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