La economía colombiana en el 2019
Salomón Kalmanovitz
Economista e historiador
El crecimiento de Colombia en el 2019 fue bueno comparado con el del resto de Latinoamérica, que fue pésimo. El Dane no registró ninguna afectación de las movilizaciones que comenzaron el 21 de noviembre y que impidieron el transporte de la población desde sus sitios de trabajo con la consecuente reducción de las jornadas laboradas. Incluso, el profesor Oviedo (director del Dane) se las ingenia para hacer crecer el cuarto trimestre lo suficiente para obtener uno de los mejores crecimientos del continente. El resultado fue un aumento del 3,3 % frente al año anterior, un punto porcentual por debajo del promedio del crecimiento colombiano de largo plazo.
La descomposición del crecimiento informa que los sectores productivos tuvieron un desempeño pobre: la construcción cayó 1,3 %, la industria aumentó un raquítico 1,6 %, la agricultura un 2 % y la minería constituida básicamente por petróleo y gas, 2,1 %. Los sectores que intermedian la venta de productos nacionales o importados y el financiero fueron los que lideraron el crecimiento: bancos y seguros aumentaron 5,7 % y comercio casi 5 %, al igual que el gobierno.
¿Qué hay detrás del PIB de estos sectores? Básicamente, las utilidades de bancos que surgen de su margen entre el costo de las captaciones y los ingresos por las colocaciones y las utilidades de las empresas de seguros. El empleo que proveen es bastante pequeño, así que los salarios que pagan también lo son. En el comercio, que es un poco más intensivo en trabajo, su PIB lo constituyen los salarios que abonan más las utilidades que obtienen.
La pregunta que surge frente al comercio es la siguiente: si los sectores productivos tuvieron un crecimiento tan magro, ¿qué fue lo que tanto vendieron al consumidor? La respuesta es que los comerciantes pusieron, en especial, importaciones que aumentaron el 9,2 % su nivel frente al 2018. Entretanto, las exportaciones aumentaron solo el 3 %, lo cual resulta en un déficit comercial de cuidado que sustrae demanda a la economía nacional. El déficit comercial del 2019 fue del 8,1 % del PIB, y quisiera que el Director del Dane explique cómo es que este desvío tan grande de la demanda no afecta seriamente el crecimiento de toda la economía.
Para cerrar el círculo, el aumento de las ventas fue financiado por los bancos, como lo muestra el crecimiento del 13 % de la cartera de consumo que ostenta las tasas de interés más altas del sector. De esta manera, se reforzaron mutuamente el comercio y la banca para aumentar las utilidades de ambos sectores.
El déficit comercial es de cuidado, porque sumado a la balanza de factores –que contiene rentas y trasferencias netas con el exterior– representa un 4,6 % del PIB, algo así como 48 billones de pesos –que hacen dudar de la solvencia de la economía colombiana frente al resto del mundo–. Estoy hablando de la posibilidad de que se presente una caída de los precios del petróleo, que constituyen la gran mayoría del ingreso en divisas del país y se afecte su capacidad de pago.
El aumento del gasto del Gobierno se destinó a burocracia –solo un 1,2 % del PIB para inversión pública– y fue financiado en parte también con deuda, así que tenemos un crecimiento económico apalancado en el crédito interno y público que favorece a sectores improductivos. Hacia el futuro, el gasto público va a tener que ajustarse a los ingresos tributarios del país que el Gobierno ha sacrificado a favor de los sectores empresariales en su llamada Ley de Financiamiento.
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