Algunas propuestas para enfrentar la pandemia
Salomón Kalmanovitz
Economista e historiador
Las restricciones a la movilidad de la población activa han generado un gran choque de oferta, excepto en sectores agroindustriales, comunicaciones, teletrabajo y de infraestructura. Simultáneamente, la demanda también ha sido afectada, en especial la ejercida por la población que dejó de recibir ingresos (sector informal, trabajadores de la industria y la manufactura, hoteles y restaurantes, transporte de pasajeros, etc.) o los que conservándolos no los pueden gastar en bienes de consumo distintos a los alimentos.
Ante esta situación, la política pública debe centrarse, primero que todo, en contener la pandemia, para seguir con alivios frente al desastre, en particular ayudas generosas para personas y empresas pequeñas que han sufrido de una súbita pérdida de ingreso como resultado de la cuarentena, como lo sugiere Paul Krugman, para EE UU. Se debe tratar con medidas de estímulo focalizadas y no con reducción de impuestos ni aumento generalizado del gasto público.
En una carta enviada al presidente de la República, Iván Duque, el Instituto de Ciencia Política (ICP) hace propuestas en parte sensatas, pero introduce su postura ideológica de reducir el tamaño del Estado, al mismo tiempo que anotan una larga lista de gastos de emergencia que debe enfrentar el propio Estado. Entre ellos, citan los esfuerzos que deben dedicarse a la salud, las compensaciones a la población parada y a los informales; los subsidios a las empresas pequeñas, medianas y grandes; los auxilios a los deudores y los apoyos a los bancos. Así, afirman, “las líneas de financiamiento con recursos públicos se deben orientar a apoyar al sector privado para que cuente con garantías de acceso al mismo”. Para reactivar la construcción, también recomiendan otorgar subsidios a las tasas de interés de los créditos hipotecarios.
Entre privilegiar la salud de la población y mantener las actividades productivas, el ICP se inclina a favor de reiniciar inmediatamente la actividad industrial y comercial, sin ponderar los costos de un aumento exponencial del contagio del virus. Aprovechan para reducir los derechos de los trabajadores, al proponer tres turnos diarios sin reconocer las remuneraciones adicionales que son de ley al trabajo nocturno y horas extras. Intentan relanzar también el trabajo por horas que propusiera Alicia Arango, cuando ocupó la cartera de Trabajo, y defienden las nuevas formas de contratación por las plataformas digitales que ya no tienen trabajadores por quién responder, sino “socios”.
Pero veamos en detalle su propuesta extrema: “Es importante considerar una reasignación del gasto público, reduciendo especialmente las partidas asignadas a los sectores que no contribuyen directamente al desarrollo económico del país y a la superación de la actual crisis. Si se empieza a considerar una reducción del tamaño del sector público, se podrán otorgar alivios a los colombianos, y hacer sostenible la eliminación y reducción de impuestos que permita reactivar y fortalecer distintos sectores de la economía nacional”.
El Estado colombiano recauda un raquítico 13 % del PIB en el 2019, después de haber excedido esa cifra durante la guerra contra la insurgencia, monto que se reducirá adicionalmente por las exenciones introducidas en la reforma tributaria en el 2021. Hoy, todavía el Estado es demasiado débil para cumplir tanto sus funciones normales como para el esfuerzo que debe aplicar contra la pandemia y sus devastadores efectos económicos.
Opina, Comenta