Réquiem por ‘Doing Business’
Adriana Zapata
Doctora en Derecho
Del pasado mes de septiembre nos llega la noticia de la suspensión de la publicación del prestigioso índice del Banco Mundial que mide las condiciones para hacer negocios, mejor conocido como el Doing Business. Desde siempre, esta entidad ha concentrado parte de sus esfuerzos en apoyar a los países para que desarrollen instituciones sólidas que favorezcan su comercio e inversiones internacionales. Entre estas iniciativas, claro está, figura el reporte referido que, con el tiempo, llegó a convertirse en un aliado imprescindible para quienes buscan realizar actividades en otros confines y estimuló, por añadidura, la adopción de políticas estatales orientadas a su facilitación.
Para las autoridades de los diferentes países, escalar posiciones en el conocido ranking se convirtió en un objetivo –obsesión para algunos– y perderlas en un dolor de cabeza. Irónicamente, la popularidad alcanzada por la publicación se convirtió en su talón de Aquiles.
En un comunicado reciente (16 de septiembre), la Junta Directiva del Banco Mundial informó a la opinión pública sobre los resultados de una investigación encomendada a una firma de consultoría independiente de acuerdo con la cual se presentaron irregularidades en la elaboración de los resultados del Doing Business de los años 2018 y 2020, por lo que el organismo multilateral decidió descontinuar la publicación. El contenido del reporte es de acceso público en la página del Banco Mundial y de su lectura queda claramente establecida la responsabilidad de altos directivos.
Entre todas las aristas de esta situación, vamos a destacar dos de ellas. La primera tiene que ver con el impacto de la publicación en el mundo legal. Doing Business no fue únicamente una métrica de variables fiscales y de comercio internacional de las economías del mundo, sino también de los sistemas jurídicos en la perspectiva de los negocios. Los indicadores sobre respeto a la propiedad, las garantías y el cumplimiento de contratos, entre otros, miden el alcance y la modernidad de la legislación disponible, como también el desempeño de la Rama Judicial en términos del tiempo necesario para la recuperación de acreencias.
Esta medición, que resulta de importancia para la iniciativa privada, no dejó de causar incomodidad en el sector justicia, pero lo cierto es que el ranking se abrió paso, ganó prestigio y definió en muchas ocasiones las agendas legislativas, favoreciendo la adopción de grandes reformas de las leyes procesales y sustanciales, algunas veces inspiradas en modelos normativos internacionales de comprobado éxito.
La segunda consideración tiene que ver con el manejo que le ha dado el Banco Mundial a los resultados de la investigación. Aquí es forzoso referirse a los hechos que originaron las irregularidades detectadas, entre ellos, el hecho de que el Banco Mundial, concomitantemente con la preparación del Doing Business del 2018 adelantaba un proceso de capitalización de la entidad, necesario para reforzar su operación crediticia, para lo cual debía contar con los recursos de sus socios. De otro lado, en su deseo de mejorar la percepción internacional que de ella se tiene, China dejó conocer la expectativa de superar los resultados alcanzados en el año anterior, gracias a la adopción de reformas. Quedan en evidencia en la referida auditoría los manejos que se hicieron en el banco para que, finalmente, China mejorara su posición global, hechos que comprometen a altos funcionarios. Situación similar se presentó en el año 2020, en esta ocasión respecto de los resultados de Arabia Saudita y Azerbaiyán.
De gravedad extraordinaria podría calificarse la manipulación de los indicadores, que entraña la pérdida de credibilidad en el mecanismo. Sin embargo, debe abonarse a esta institución el hecho de haber ventilado públicamente el asunto, sin parar mientes en la importancia de las figuras públicas comprometidas y suspender la elaboración de futuros estudios. Quizá resulte mejor la idea de encargar a otra institución elaborar el ranking, más si se tiene en cuenta que el Banco Mundial es una entidad prestamista y que también desarrolla trabajos de consultoría para los países.
Cabe, ahora sí, hacernos la pregunta de si el escándalo, además del réquiem por el Doing Business, supone también el de otros sistemas de medición de clima de negocios. La respuesta debería ser negativa, pues la comunidad internacional necesita de esta información en aras del bienestar interno de los países y de alcanzar una mejor inserción en la economía global.
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