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Actualizado hace 29 minutos | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Análisis


Un año de la despenalización del aborto: derrumbando estigmas y trazando rutas

08 de Marzo de 2023

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Un año de la despenalización del aborto: derrumbando estigmas y trazando rutas (prensa_jennifer_pedraza_23)

Catalina del Mar Calderón

Directora Senior de Comunicaciones y Programas de Incidencia en The Women’s Equality Center

El 21 de febrero del 2022 será recordado como el día en el que se conoció un fallo ejemplar para la región en el marco de la protección del derecho a la vida y la salud de las niñas y mujeres: la Corte Constitucional despenalizó el aborto en el país.

Al conmemorar un año de esta sentencia, no puedo dejar de pensar en todas las mujeres que estarían vivas si desde hace tiempo existiera el camino para tener procedimientos seguros. Pienso en Lorena, una madre de familia que, un mes antes de la decisión, murió por complicaciones de un aborto clandestino en Barranquilla. Si la decisión la hubiera cobijado, el panorama sería distinto: Lorena estaría en casa, luego de tener una interrupción segura y acompañada de profesionales del sistema de salud.

Recuerdo cómo los días previos a la decisión las campañas malintencionadas de desinformación generaron el miedo de que, una vez despenalizado el aborto, las mujeres iban a correr en masa a practicarse este procedimiento, que lo iban a usar con frecuencia como método anticonceptivo y que se iban a sentar a esperar hasta las 24 semanas para abortar. Estos miedos se arraigaron tanto en la sociedad, que nadie los cuestionaba, como si se tratara de una profecía ineludible.

Hoy, podemos decir, con conocimiento de causa, que nada de esto sucedió. Las salas de hospitales no se llenaron de mujeres buscando abortar, los médicos no se agobiaron con pedidos de abortos recurrentes como método anticonceptivo y las interrupciones se practicaron, normalmente, en las primeras 12 semanas del embarazo.

La principal diferencia es que las mujeres que hoy abortan –conscientes de que esa es la mejor decisión para su vida y frente a sus circunstancias– lo hacen sin miedo a morir o a ir a la cárcel, con la tranquilidad de estar en manos de personal de salud capacitado, y del que se espera cumpla lo designado por la Corte.

Lo mínimo que podemos esperar es que las opiniones en torno al aborto se construyan luego de constatar verdades, en lugar de limitarse a tendenciosas interpretaciones de lo que indica el fallo. Me refiero en particular a legalización hasta la semana 24, que, por supuesto, se ha convertido en el bastión de quienes están en contra de esta sentencia.

Hoy, la gran mayoría de los abortos en Colombia ocurren en las primeras semanas de gestación y en las muy pocas excepciones –que suelen ser los casos más dolorosos, como los de complicaciones peligrosas en embarazos deseados y malformaciones– la amplitud de las semanas fue necesaria para salvar las vidas de esas mujeres. Evitar que se pretenda atravesar con dagas de odio sus tragedias con el fin único de manipular la opinión pública es uno de los grandes retos que aún tenemos.  

El primer aniversario de la legalización del aborto también es la ocasión perfecta para mirar con una amplia perspectiva todo lo que rodea este fallo, el camino que se recorrió para llegar a este y la ruta que queda por transitar, considerando varios desafíos. Entre ellos, la implementación del fallo dentro un sistema de salud que ofrezca todas las garantías posibles.

Con esto en mente, la Corte hizo un llamado al Congreso y al Ejecutivo para trazar un mapa de ruta para que el sistema de salud tenga muy claro cómo garantizar el servicio. El Ministerio de Salud emitió, el 12 de enero, una resolución que reconoce al aborto como un servicio de salud esencial y estipula que, una vez solicitado, las EPS e IPS deben realizar el procedimiento dentro de los cinco días siguientes con todas las garantías para proteger la salud y el bienestar. Además, establece que el personal médico tiene el deber de la confidencialidad y, por ende, no puede iniciar denuncias a sus pacientes que llegan a los centros de salud solicitando atención médica.

También determina el uso de telemedicina para acompañar y recetar medicamentos, y reconoce que las niñas menores de 14 años están en una situación de vulnerabilidad que exige atención pertinente, ya que sus embarazos son, por lo general, producto de violación e implican un alto riesgo para su salud.

No me cabe duda de que para que este mapa de ruta sea una guía que se respete y se siga con la precisión propuesta por la ley, se deben dejar a un lado los estigmas sociales que aún existen sobre el aborto. Una persona puede tener una opinión sobre el tema, con base en su cultura o creencias religiosas, pero esto pertenece a su esfera privada y de ninguna manera debe usarse como un mecanismo para generar discursos malintencionados y fake news que ponen en peligro la vida y la salud de las niñas y mujeres colombianas.

En nombre del dolor de perder a Lorena y a tantas otras, hoy honro la decisión de la Corte Constitucional que, a través de una sentencia sin precedentes en América Latina, ha dado un paso ejemplar al reconocer que las mujeres somos seres inteligentes, autónomos y que nadie más que nosotras conoce el entorno y las circunstancias. Hoy doy gracias a la Corte Constitucional por proteger nuestra capacidad de decidir si estamos o no preparadas para asumir la responsabilidad irrefutable que exige la maternidad. 

Aún quedan obstáculos y desafíos en la ruta para que esta decisión se implemente con la integridad que merece, y con las guías que se determinan en la resolución del Ministerio. Pero aquí estamos listas para seguir derribando estigmas con verdades y haciendo visibles historias reales de mujeres en las distintas regiones del país, esperando que cuenten con el amparo para ejercer sus derechos reproductivos a plenitud y con la seguridad de que pueden elegir maternidades responsables y amorosas.

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