El rol del ‘habeas corpus’ en la evolución de los derechos de los animales
12 de Febrero de 2018
Investigadora senior de Max Planck Institute for Comparative Public Law and International Law (Heidelberg)
Exfuncionario de la Corte Constitucional de Colombia.
Docente e investigador doctoral de laniversitat Pompeu Fabra (Barcelona)
Hace unos meses, un oso de anteojos llamado Chucho recibió su proverbial día en la Corte Suprema de Justicia de Colombia (Sala de Casación Civil). En nombre de Chucho, quien se encuentra recluido en un zoológico de Barranquilla, un ciudadano invocó el derecho constitucional y acción de habeas corpus (C. P., art. 30), con el fin de alegar la ilegalidad de su confinamiento. En un fallo del 26 de julio del 2017, el magistrado Luis Armando Tolosa concedió el recurso de habeas corpus al oso y ordenó su liberación del zoológico y la reubicación en un hábitat más apropiado para su especie.
Sumándose al caso histórico de Cecilia, la chimpancé a la que un tribunal argentino le otorgó un habeas corpus en noviembre del 2016, el caso de Chucho ha derivado en otra decisión judicial extraordinaria que ha terminado no solo en un fallo para liberar a un animal en cautiverio de un zoológico, sino también –en esencia– en un acto de reconocimiento judicial de la personalidad jurídica y los derechos de los animales. Este precedente da algunas luces respecto al posible rol que podría desempeñar el habeas corpus en la evolución de los aún nacientes derechos de los animales.
Las acepciones del ‘habeas corpus’
El surgimiento de los derechos de los animales es una realidad en discusión. A pesar de su vanguardista y abstracta resonancia en el mundo académico, así como en el público en general, la idea de los derechos de los animales gradualmente se ha materializado en reconocimientos legales y se ha cristalizado en singulares reconocimientos judiciales en primeras instancias.
Este tipo de reconocimiento legal ha sido un objetivo de larga data de los defensores de los derechos de los animales. Así lo demuestra una reciente serie de acciones de habeas corpus (algunas exitosas y otras infructuosas) en nombre de animales en EE UU, Argentina y ahora también en Colombia. Esto ilustra que el habeas corpus se ha convertido en un instrumento relevante, pero también controvertido, para el avance de esta agenda.
El habeas corpus es un derecho fundamental con siglos de antigüedad, profundamente arraigado a la revisión judicial de la legalidad de una detención (contemplado, por ejemplo, en el artículo 9º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el artículo 7º de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y en el artículo 5º del Convención Europea de Derechos Humanos). Se trata de un recurso legal por medio del cual alguien privado de la libertad (u otra persona en su nombre) puede llevar inmediatamente el proceso ante un tribunal y solicitar su liberación. Además, la acción legal de habeas corpus está orientada a proteger el trasfondo del derecho sustantivo a la libertad y, por tanto, funciona como salvaguarda esencial de este derecho.
No obstante, el habeas corpus ha sido tradicionalmente considerado como un derecho (exclusivo) de los humanos. Un derecho de la persona (humana). La novedad de las acciones de habeas corpus presentadas en favor de los animales plantea dos tipos de problemas jurídicos:
(i) La cuestión formal preliminar de si los animales tienen o no el derecho de habeas corpus o si se trata de un instrumento disponible para ese fin. Esto está intrínsecamente relacionado con la cuestión más general de si, y hasta qué punto, los animales son sujetos/personas y, por lo tanto, titulares de derechos legales. De este modo, la revisión de forma implica la revisión de fondo.
(ii) El fondo del asunto se refiere a la cuestión de si la protección jurídica solicitada se justifica en el caso concreto y si el animal debería legítimamente ser liberado o no del cautiverio.
El caso colombiano
Frente al caso colombiano, el afectado es Chucho, un oso de anteojos (en riesgo vulnerable de extinción) que había vivido en la reserva natural Río Blanco (en Manizales) durante 18 años antes de ser trasladado al zoológico de Barranquilla. El peticionario, docente y abogado Luis D. Gómez consideró que las circunstancias de cautiverio de Chucho equivalen a una prisión perpetua y, por lo tanto, cuestionó su legalidad por medio del procedimiento de habeas corpus.
La primera instancia del proceso de habeas corpus desestimó el caso sobre la base de la irracionalidad (dado que los animales no son reconocidos como sujetos legales) y teniendo en cuenta la disponibilidad de otras acciones legales adecuadas para proteger los intereses del oso. La Corte Suprema de Justicia, en calidad de segunda instancia, llegó a una conclusión diferente.
En cuanto a las preguntas preliminares, el tribunal concluyó que los animales son sujetos legales que poseen, inter alia, el derecho a la libertad. En su razonamiento, el magistrado Tolosa trató varios temas clave enmarcados en el debate legal actual sobre los derechos de los animales.
Con precisión, se refirió a la realidad jurídica de las personas jurídicas, que, a pesar de ser entes inanimados, son titulares de personalidad jurídica y de ciertos derechos procesales. La sentencia cuestionó por qué la misma lógica no debería aplicarse a los animales, que son seres animados y sintientes. Además, mientras que los tribunales de EE UU esencialmente desestimaron la idea de la personalidad jurídica de los animales sobre la base de la noción contractual de reciprocidad entre derechos y deberes, el juez Tolosa se apartó explícitamente de este paradigma e instó a una “flexibilización” de la visión tradicional entre titulares de derechos y la concurrencia como poseedores de deberes.
Conforme con esta concepción modificada del sujeto legal, los animales son claramente poseedores de derechos, pero no de deberes, es decir, “sujetos de derechos sin deberes”. Sobre esta base, la sentencia concluyó que el derecho constitucional y acción de habeas corpus, que se usa para asegurar la garantía “supralegal” de la libertad, quizá pueda apropiadamente adaptarse a los animales como sujetos legales, con el fin de salvaguardar sus respectivos derechos a la libertad.
Con respecto a la cuestión principal del cautiverio del oso en el zoológico, la Corte decidió que se debía otorgar la protección legal solicitada mediante habeas corpus y, por tanto, ordenó que el animal fuera trasladado al hábitat anterior, más espacioso, digno y apropiado para su especie.
No obstante, la valiente decisión del juez Tolosa fue impugnada por los abogados del zoológico por medio de una acción de tutela, en la que se alegó la violación del derecho fundamental al debido proceso, a la defensa y al principio de legalidad. En consecuencia, la decisión fue revocada por el juez Fernando Castillo de la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia.
La Corte Constitucional ofrece el foro apropiado para revisar y reevaluar las cuestiones formales y sustantivas de una manera más integral, así como la posibilidad de activar mecanismos dialógicos y democráticos, tales como audiencias públicas e intervenciones de expertos por medio de amicus curiae.
Mientras que algunas cortes del norte global ya se han pronunciado en contra de los derechos de los animales –de una manera bastante formalista y legalista–, ahora quizá es el turno de una de las cortes más proactivas del sur global para unirse a la conversación.
¿El catalizador de la evolución de los derechos de los animales?
En conclusión, el caso de Chucho es una de las pocas veces en las que un juez ha aceptado la procedencia del habeas corpus en favor de un animal. Por medio de este precedente, se abre la posibilidad –o realidad– de reconocimiento de la personalidad legal para animales y sus respectivos derechos. Al parecer, el habeas corpus no es solo un derecho expedito para impugnar la legalidad del cautiverio de un animal en particular, sino que también es una vía o puerta de acceso procesal al reconocimiento judicial de los derechos y la personalidad jurídica de los animales, en términos más amplios.
Lo anterior sugiere que el habeas corpus puede jugar un papel crucial para la consolidación de los derechos legales de los animales –como una fuerza motriz que facilite y empuje la cuestión ante los tribunales–. En efecto, esto podría no ser sorprendente, considerando el lugar del antiguo derecho al habeas corpus en el desarrollo y la preservación de los derechos humanos. Con respecto a los animales, el habeas corpus (un derecho contra el confinamiento arbitrario) también puede ser el primer hito en el largo camino hacia el reconocimiento pleno de los derechos fundamentales.
Nota: Este artículo fue publicado en inglés en el blog de la Revista Internacional de Derecho Constitucional I·CONnect.
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