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Actualizado hace 15 horas | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Ámbito del Lector


La “transición energética”

10 de Octubre de 2022

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Nota:
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Hay que empezar por decir que en la historia de la humanidad se han llevado a cabo varias transiciones energéticas. La actual surge por la necesidad de la carbono-neutralidad, y se basa en desescalar el uso de los combustibles fósiles: petróleo, carbón y el gas. Para muchos, la transición no solo debe ser energética, sino también de la producción y urbana o social.

 

La transición plantea asuntos como articular la justicia ambiental con la justicia social, el pago de la deuda ecológica con deuda externa, producir y vivir con menos materias primas y energías fósiles (decrecimiento), desglobalizar y fortalecer los lazos regionales, estados ecosociales y participación comunitaria vinculante.

 

El problema es que la transición energética planteada e impulsada por Naciones Unidas está en crisis. La guerra en Ucrania (ganancia extraordinaria para las empresas gasíferas norteamericanas, crisis energética en Europa promovida desde Alemania) es ejemplo del proceso de reorganización global y de la competencia feroz por los recursos fósiles, una ola energética que no considera la crisis climática y socioambiental.

 

Las grandes potencias se están desvinculando de los compromisos ambientales, incluso, plantean extender las metas de la carbono-neutralidad del 2050 al 2080. A lo anterior se suma que el “fondo verde” no cuenta con los recursos necesarios para afrontar la lucha contra el cambio climático.

 

Los dueños de la agenda global no están pensando en la transición, sino en la recomposición energética, que les permita mantener el ritmo desaforado de la producción global. Además, fomentan el gran negocio de las energías renovables, a costa del drama de la humanidad. ¿Será que estamos ante un neocolonialismo verde (transición corporativa)?

 

El Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno anterior fijó las regalías en un 1 % sobre la rentabilidad bruta de las empresas generadoras de energía renovable. ¿Acaso estamos regalando nuestro recurso natural? Colombia no solo paga a las empresas multinacionales por la explotación del recurso, también para que estas empresas fijen los precios base de los contratos de compra de energía (atados a la especulación de las bolsas de valores, futuros y derivados).

 

La economía depredadora, la del desperdicio y la desigualdad, se niega a desaparecer. Nuestro país está maniatado por los tratados de libre comercio, por eso, la integración latinoamericana es el único instrumento que nos dará margen de negociación en la denominada “nueva normalidad”.

 

El Derecho y sus operadores deben privilegiar la participación comunitaria vinculante, la protección de los líderes sociales, desestimar el fracking y cualquier forma de explotación de nuestros recursos que pase por encima de las comunidades y deprede nuestros recursos naturales.

 

Recomiendo hacer seguimiento a la transición energética en China, que no se limita a las fuentes eólicas y solares (multifuentes)

 

Andrés Guerrero Pardo, abogado especialista en Derecho Administrativo y Responsabilidad Social

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