Informe
Innovación antioqueña, un reto para las firmas de abogados
03 de Octubre de 2013
Nicolás Polanía Tello
Gerente de Muñoz Abogados Medellín y profesor universitario
En el imaginario nacional se suele asociar al pueblo antioqueño con conceptos como recursividad y empuje. Y en realidad, muchos elementos de juicio parecen indicar que esta asociación no es un lugar común más. No es coincidencia que las grandes industrias y factorías de Colombia hayan nacido y prosperado en el departamento de Antioquia, cuya accidentada orografía imprimió un perfil especial en sus habitantes, tornándolos recios, trabajadores y creativos en la búsqueda soluciones eficientes a problemas prácticos.
Con este antecedente, la designación de Medellín como la ciudad más innovadora del mundo en el 2013, no solo responde a las conocidas intervenciones urbanísticas que han generado impactos sociales positivos, sino a una verdadera vocación por el desarrollo y la tecnología que se palpa en las empresas, en las universidades, en organismos públicos y en entidades sin ánimo de lucro de la ciudad, como Ruta N y Tecnova.
Si bien el trámite de patentes en Colombia ha sido históricamente tímido, no es menos cierto que a partir del 2002, se ha generado una verdadera política pública de promoción de la innovación mediante el fomento gubernamental de lo que se conoce como el Triángulo de Sábato, esto es, la articulación del Estado, el sector de oferta tecnológica (universidades) y el sector productivo, para promover, en un contexto de colaboración, los desarrollos tecnológicos que impulsan el crecimiento económico.
En los últimos años, el mercado de patentes colombiano ha acusado un incremento sustancial a raíz de los tratados de libre comercio, y esto ha permitido que, según cifras de la Superintendencia de Industria y Comercio, entre el 2002 y el 2012, se hayan concedido un poco más de 2.000 patentes, que si bien son pocas comparadas con las cifras de las grandes potencias en innovación (EE UU, Japón, Alemania, Corea del Sur y China), en realidad suponen un crecimiento casi geométrico respecto de la pasada década.
Si bien la gran mayoría de las patentes otorgadas corresponde a titulares extranjeros que quieren proteger sus inventos para entrar al mercado nacional, los desarrollos tecnológicos propiamente colombianos también han crecido, de la mano de la promoción estatal y de la actividad de las universidades.
Pionera nacional
En esta región, el liderazgo claro en la materia lo tiene la Universidad de Antioquia, que suma 24 patentes y, además, tiene el mérito de ser pionera, no solo en el departamento, sino en Colombia.
No menos importante ha sido el rol de la Universidad EAFIT, que es titular de 10 patentes, pero, además, es líder en materia de proyectos asociativos para desarrollos puntuales, bajo el esquema spin-off, que le ha permitido adelantar emprendimientos y crear empresa a partir de ellos, proceso del cual, en ocasiones, resultan patentes de invención. Esta clase de iniciativas le ha permitido formar parte del exclusivo grupo de las llamadas universidades de tercera generación.
El desarrollo y crecimiento de Antioquia, en general, y de Medellín, en particular, es una prueba adicional de una fórmula que siempre funciona: generar incentivos objetivos a la innovación, la inversión y el conocimiento, a partir de la afirmación de derechos de propiedad (patentes), para propiciar instituciones políticas y económicas inclusivas (Acemoglu y Robinson, 2012).
Este auge presente y el mayor que se avecina suponen, para las firmas de abogados, el reto de ofrecer servicios especializados de altísima calidad que provean un acompañamiento constante y oportuno a los actores públicos y privados, con miras a armonizar los requerimientos de los innovadores con el elenco de instrumentos jurídicos disponibles en las normas nacionales e internacionales, mediante asesoría especializada que se materialice en una asistencia integral, pasiva en la fase de desarrollo, pero activa en la fase de protección.
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