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Especiales / Informe


Demanda de educación presencial vs. educación virtual

30 de Septiembre de 2021

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Demanda de educación presencial vs. educación virtual

Germán Silva García

Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Colombia

Doctor en Sociología de la Universidad de Barcelona

 

La tragedia mundial de la pandemia no solo ha tenido un impacto en los campos de la salud y de la economía. También generó transformaciones en todos los ámbitos de la vida social. Uno de ellos ha sido el de la educación universitaria. Además, existe consenso en cuanto a que muchos de los cambios producidos en la educación superior han irrumpido en la escena para quedarse.

 

Veamos qué ha sucedido y cuáles son los pronósticos para el futuro inmediato.

 

Hasta antes de la pandemia, la legislación colombiana en materia de educación superior contemplaba la posibilidad de desarrollar programas de educación presencial y de educación virtual, como alternativas que tenían requisitos muy distintos. Además, la normativa era bastante rígida. Un programa presencial no podía desarrollarse de manera virtual y viceversa. Tampoco había mayor flexibilidad, pese a que la ley la permitía. Es decir, los programas presenciales eran íntegramente ejecutados de modo presencial y otro tanto, con muy pocas excepciones, sucedía con los virtuales.

 

Empero, la pandemia obligó a introducir profundas variaciones en la manera de impartir la educación superior. Con una cuarentena estricta, la educación presencial, virtualmente, desapareció. De un día para otro, sin que la mayoría de los profesores universitarios tuvieran un entrenamiento y menos experiencia en educación no presencial, incluso, con muchos casos de docentes prácticamente analfabetas en cuestiones informáticas, todo el mundo debió dar el salto a la educación remota.

 

Al comienzo, muchos profesores y estudiantes tuvieron serios problemas, sobre todo, por el desconocimiento de aspectos tecnológicos básicos o por problemas de conectividad. Tanto los unos los otros protestaban contra la virtualidad, y todos añoraban los viejos tiempos. Sin embargo, a la postre, el ser humano demostró su inteligencia, esto es, su capacidad para adaptarse a nuevas situaciones.

 

Cambio de panorama

 

Hoy, el panorama es inverso. Pocos se animan a la presencialidad, pues los programas remotos son muy cómodos y, en ocasiones, suponen menos costos (económicos, de tiempo de desplazamiento, de sacrificios de confort, de riesgos de bioseguridad).

 

La educación superior de posgrado, por ejemplo, que ha sido un campo donde el crecimiento de la demanda ha sido formidable en casi todas las instituciones y programas del país, vive ese estado, en razón a la virtualidad. Esto permite predecir que, al retorno a la normalidad, muchos programas académicos de posgrado deberán transformarse para ofrecerse de modo híbrido o virtual.

 

Sin duda, programas académicos de pregrado tendrán que combinar la educación virtual, hasta un 49 %, con la educación presencial. No convendrá el abandono de la educación presencial de pregrado, puesto que la socialización en el ambiente presencial es indispensable para una adecuada formación humana y profesional. También es cierto que, más que educación virtual, que supone muchos otros componentes pedagógicos y metodológicos, lo que hemos vivido es la educación remota. Pero ella es la simiente del cambio. Ya a mediados de la primera década de este siglo, las universidades virtuales eran las de mayor crecimiento en EE UU. La pandemia solo aceleró el cambio. En el futuro de la educación universitaria nada será igual a los tiempos previos a la pandemia.

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