¿Recuperando credibilidad?
Juan Camilo Serrano Valenzuela
Abogado y asesor tributario
jcserranov@jcsvabogados.com
Muchas son las opiniones generadas en los últimos días sobre el proyecto de ley de financiación presentado por el Gobierno Nacional para equilibrar el presupuesto general de la nación, que será expedido mediante decreto.
Muchas también son las calificaciones sobre las disposiciones que tienen carácter verdaderamente tributario de las propuestas, que, en mi opinión, no reforman en medida alguna el sistema, sino que se limitan a ajustar tarifas, ampliar bases gravables o gravar con IVA algunas actividades y bienes que hoy no están gravados o tienen tarifas especiales.
Poco se ha dicho sobre las normas que permitirán, en opinión del Gobierno, recaudar algo más del 25 % de las expectativas del proyecto, sin considerar, claro, los recursos provenientes del anticipo de la regla fiscal, que representan algo más del 45 % de los recursos propuestos para financiar el gasto y ajustar el presupuesto.
No son, entonces, despreciables los ingresos calculados por las mejoras en operatividad tributaria, que superan las esperanzas de recaudo originados en las modificaciones del impuesto de renta y de patrimonio propuestos en el proyecto.
Son, sin embargo, medidas que más parecen ilusiones y sueños imposibles, pues se sostienen en normas con claros reproches éticos, como el pago de recompensas a ciudadanos que denuncien conductas de evasión tributaria, que bien podrían constituirse en mecanismos de corrupción o extorsión por parte de funcionarios inescrupulosos, tanto de la administración como del mismo sector privado, o la calificación subjetiva de las conductas que constituyen abuso en materia tributaria, con los mismos reproches éticos y las mismas consecuencias que estimularán las conductas incorrectas y abusivas.
Se ilusiona el proyecto, además, con el incremento de la tasa de interés presunto, o la determinación de rentas por diferencia patrimonial como consecuencia de investigaciones de renta de otros periodos, como si estas medidas tuvieran la capacidad de generar ingresos efectivos durante el año 2025, que es el que se pretende financiar con el proyecto.
A estos desatinos hay que sumarle la inactividad de la administración en la búsqueda de los focos de evasión que se ha venido observando en los últimos años, como si fuera suficiente la presencia en las redes sociales para inducir al cumplimiento de obligaciones, cuya importancia de ninguna manera pretendemos desconocer, pero que necesariamente deberán acompañarse de gestiones efectivas, inteligentes y contundentes que tengan la virtud de generar riesgo subjetivo.
Vemos ahora que, aparentemente, la administración ha despertado del largo sueño del TikTok y empiezan a desarrollarse programas masivos de control a la facturación de los grandes contribuyentes, pero desafortunadamente sin análisis particulares que, al final, hacen perder credibilidad en la administración, a pesar de su presencia en todos los sectores económicos.
En efecto, el desgaste de los contribuyentes originado en solicitudes por parte de la administración, que denotan desconocimiento, ligereza e improvisación, como, por ejemplo, cuando solicitan explicaciones de facturación contra ingresos declarados, por considerar que los valores facturados, que incluyen el IVA, no coinciden con los declarados que no lo incluyen, así como otras solicitudes y afirmaciones que desvirtúan las capacidades técnicas que, sabemos, tienen los funcionarios de la administración.
Hacer presencia solo por mostrarse determinará pérdida de confianza en la administración, pérdida de lo alcanzado en credibilidad de las investigaciones y su precisión técnica, y bien sabemos que los mayores niveles de riesgo son las mejores campañas para la disminución de la evasión y el logro de ellos, objetivos superiores del control tributario, que no es precisamente el recaudo, sino la garantía de que cada quien debe aportar lo que la ley le impone.
No vaya a ser que las propuestas recaudatorias del Gobierno, y la presencia masiva de la administración con programas que no generarán incremento en el cumplimiento voluntario de las obligaciones tributarias, e impliquen la pérdida de la confianza y el respeto técnico de la administración, le den vida al antiguo proverbio español, según el cual debe medirse el objetivo buscado y el riesgo que se corre: “Ojalá lo que estás buscando valga más que lo que estás perdiendo”.
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