24 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 1 día | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Columnista Impreso

‘Lisístrata’ y las mujeres en la justicia latinoamericana

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María Adelaida Ceballos Bedoya

Candidata a doctora en derecho de McGill University y becaria Vanier del gobierno canadiense

 

En su comedia Lisístrata, Aristófanes cuenta cómo las mujeres toman el control político de varias ciudades griegas para forzar a los hombres a negociar la paz. Ellas emplean una estrategia peculiar, pero efectiva: una huelga de sexo con sus maridos. Para mí, Lisístrata es la historia de un grupo de mujeres audaces con una misión extraordinaria. En esta columna quiero hablar de otras mujeres valerosas que cumplen con una misión igualmente extraordinaria: luchar por la equidad de género en la justicia latinoamericana.  

 

Las mujeres de quienes hablo están diseminadas en distintos lugares. Pero todas ellas, desde el rincón de sus posibilidades, están promoviendo políticas públicas para mejorar las condiciones de ingreso y permanencia de las mujeres en la justicia. Por falta de espacio, solo me referiré a las mujeres de dos judicaturas específicas (México y Perú) y las mujeres de GQUAL (una campaña por la paridad en la justicia internacional). Dedicaré una próxima columna a la judicatura colombiana. 

 

Empiezo con México, donde un grupo de mujeres ha liderado reformas institucionales sin precedentes en la región y en el mundo. Gracias a estas mujeres, se implementaron concursos de selección judicial exclusivos para mujeres, así como concursos paritarios (que aseguran la repartición paritaria de los cargos disponibles). Además, se establecieron programas de mentorías para mujeres jóvenes, se ampliaron los permisos de lactancia y las licencias de paternidad, y se determinó que la asignación de sede territorial de los jueces(zas) debía tener un enfoque de género. Esta política integral de la judicatura mexicana recibió el prestigioso Premio Interamericano a las Buenas Prácticas para el Liderazgo de las Mujeres.

 

El poder judicial del Perú, por su parte, tiene una Comisión de Justicia de Género con mujeres incansables a la cabeza. La Comisión está diagnosticando los problemas de la judicatura en términos de paridad, acoso sexual y compatibilidad entre la vida familiar y la laboral, entre otros asuntos. Cuando termine esta etapa, la Comisión diseñará medidas que respondan adecuadamente a los diagnósticos obtenidos. El poder judicial peruano es, además, especial, porque está presidido (por primera vez en su historia) por una mujer. Más aún, es una mujer que decidió conformar (también por primera vez en su historia) una Corte Suprema paritaria.

 

Finalmente, GQUAL es una campaña patrocinada por el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil) que busca la paridad de género en los tribunales internacionales y órganos de monitoreo. Es una campaña global, pero con un equipo de mujeres mayoritariamente latinoamericanas. Entre sus objetivos están: hacer visible la subrepresentación de las mujeres en espacios internacionales, monitorear los procesos de selección y promover estrategias en favor de la equidad de género en esos espacios. GQUAL impulsó, por ejemplo, la reciente resolución de la Asamblea General de la OEA que reconoce la importancia de la paridad en la composición de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

 

Conocí estas y otras historias en un evento organizado por el Poder Judicial del Perú sobre los desafíos para la igualdad de género en la justicia. Tuve el honor de participar en ese evento, y ahí concluí que es difícil no solo conseguir la inclusión, sino también sostenerla, y que los hombres son aliados cruciales en la defensa de la equidad de género. Pero, sobre todo, concluí que la lucha contra la desigualdad impone cargas adicionales sobre la espalda y el corazón de las mujeres. Escribí esta columna pensando en todas ellas y en las palabras que Lisístrata dirigió a sus compañeras de causa: “Bien sé yo que penosas son las noches; pero resistid, amigas, tened paciencia aún durante algún tiempo, que un oráculo dice que venceremos si permanecemos unidas”.

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