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Actualizado hace 16 minutos | ISSN: 2805-6396

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“Haber defendido a inmigrantes me permitió, ahora como juez, ver el otro lado del sistema”

12 de Enero de 2022

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“Haber defendido a inmigrantes me permitió, ahora como juez, ver el otro lado del sistema” (Archivo particular)

José Orlando Castañeda es un colombiano que emigró a Estados Unidos y, desde el 2007, ejerce como juez penal de Port Chester, al norte Nueva York. En medio de la importante tarea de impartir justicia y de la dirección de su bufete de abogados, dio vida a una obra que entreteje elementos del romanticismo y el costumbrismo: Entre acuarelas y lágrimas. ÁMBITO JURÍDICO conversó con él, para conocer más de cerca los detalles de su obra y de su vida profesional.

ÁMBITO JURÍDICO: ¿Qué va a encontrar el lector de ‘Entre acuarelas y lágrimas’?  

José Orlando Castañeda: Encontrará la historia de una pareja que toma la dura decisión de dejar a su familia y a su patria, para buscar futuro en otras tierras. Inspirada en hechos reales, la historia refleja las incidencias y aventuras de un viaje clandestino y la posterior búsqueda de acomodo en un país extraño. Desde el punto de vista narrativo, contiene suspenso, aventura, desarraigo, igual que una buena dosis de tenacidad, progreso y formación. Todo esto arropado en un lenguaje literario que busca celebrar el gran legado de nuestro idioma.

Á. J.: ¿Cómo el ejercicio de la abogacía, en su bufete de abogados, influyó en la obra? 

J. O. C.: Desde un comienzo, llegaron a mi oficina personas con problemas que parecían entrelazados en un tema común: su condición de inmigrantes. El estar alejados de sus familias, sin documentación, sin manejo del idioma, soportando grandes cargas económicas y emocionales, parece conducir a transgresiones, que van desde manejar embriagados hasta la violencia intrafamiliar. Mi oficina se convirtió, casi sin intención, en custodio de ese gran dolor que conecta las historias de los recién llegados: dolor de separación, de soledad, de lejanía, de haber dejado a sus hijos sin su cariño y a sus padres sin su apoyo. Un contratista que solía reclutar inmigrantes para sus trabajos lo resumió con una frase: “tienen el mismo dolor del que sufren todos mis empleados”. 

Á. J.: ¿Qué visión tiene de la inmigración, dada su experiencia como abogado? 

 

J. O. C.: Hay niveles muy gratos de vivir la experiencia de emigrar. Un profesional con una oferta de trabajo por parte de la casa matriz llegará con todas las comodidades y ventajas: entra por la puerta grande, con sus documentos en regla y un manejo adecuado del idioma. De igual manera sucede con el estudiante becado y con tantas profesiones que ofrecen la oportunidad de una inmigración ordenada y profesional.

Sin embargo, hay ese otro nivel que se ve a diario en los tribunales, en los centros de salud, en los sitios informales de empleo: el del inmigrante clandestino. Es allí donde se palpa, de lleno, el sufrimiento por la discriminación, por la falta de un empleo formal, por las barreras burocráticas. Esa es la inmigración que suelo encontrar en mi oficio y en la que se enfoca Entre acuarelas y lágrimas. Sin embargo, el tiempo se encarga de transformarlo todo. Los que ahora están marginados por su condición de indocumentados, una generación más tarde, estarán representados por sus hijos, ya con ciudadanía, con el idioma y con una mejor educación. El ciclo se repetirá, entonces, con nuevos grupos de inmigrantes.

Á. J.: ¿Cómo ha influido su rol como defensor de inmigrantes al momento de impartir justicia?

 

J. O. C.: El hecho de haber estado al frente de defensas penales me permitió ver el sistema legal desde el punto de vista del acusado. Es una buena preparación para la posición posterior de juez, donde se debe observar desde el ángulo de la imparcialidad y donde se debe tener en cuenta no solo transgresión y lo que contempla la ley, sino también la historia del individuo y sus posibilidades de rehabilitación. Es un balance delicado, para el cual no hay que perder de vista la orientación de esa brújula que apunta hacia la equidad, la justicia y la generosidad.

José Orlando Castañeda

 

Es abogado y, luego de una carrera en humanidades, una maestría en la Universidad de Columbia y un Doctorado en Derecho en la Universidad de Pace (EE UU), abrió un bufete de abogados en Port Chester, al norte de Nueva York, donde actualmente se desempeña como juez penal.

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