Congreso en fuga: renuncias, reelecciones y el debilitamiento de la democracia
06 de Febrero de 2025
María Alejandra Victorino
Miembro de la junta directiva de Ocupar la Política y coordinadora de Incidencia Política de Extituto de Política Abierta
La carrera electoral para 2026 ya se instaló en la agenda legislativa, dejando en evidencia una de las mayores debilidades de nuestra democracia: un Congreso más preocupado por su propio futuro que por el del país.
Por ello, el año 2025 empezó con la particularidad de senadores y representantes a la Cámara abandonando sus curules y no por convicción personal, sino para librar una mejor carrera política y, por esto, la estrategia de apartarse del Congreso resuena con más fuerza.
La dinámica es clara: quienes buscan aspirar a la Presidencia o cambiar de partido deben renunciar con un año de anticipación, según lo establece la Ley 1475 de 2011 y la Sentencia C-194 de 2019. Así, lejos de atender los retos legislativos urgentes, muchos congresistas han optado por preparar su camino electoral, dejando una ventana de tiempo muy limitada para la discusión de proyectos fundamentales.
La desconexión entre ciudadanía y Congreso es evidente; la confianza en las instituciones está en su punto más bajo, como lo advierte el Índice de Democracia de The Economist Intelligence Unit.
¿Cómo podemos hablar de representación cuando las decisiones políticas parecen responder más a cálculos electorales que al interés ciudadano?
Y como cereza del pastel, el debate sobre seguridad ha vuelto a ser el eje central del discurso político, este parece ser el comodín electoral, pues el aumento de la violencia, la crisis en el Catatumbo y la incertidumbre frente a la respuesta del Gobierno han generado un cultivo perfecto para este tipo de narrativas y estrategias.
¿Realmente hay propuestas concretas que vayan más allá del populismo punitivo?
El Congreso enfrenta uno de los periodos más desafiantes de la última década. La discusión de las reformas a la salud y la laboral, claves para el gobierno Petro, está en juego en medio de un legislativo que parece reorganizarse para las elecciones. Al mismo tiempo, la reciente posesión de Donald Trump en EE UU introduce un factor externo que afectará la relación bilateral y las políticas internas en Colombia, especialmente en temas como seguridad y transición energética.
Ante este panorama, iniciativas como Ocupar la Política juegan un rol crucial. La formación de nuevos liderazgos, el fortalecimiento de capacidades democráticas y la promoción de una política que no se limite a la inmediatez electoral son esenciales para combatir la crisis de representación. En las elecciones de 2026, acompañaremos 150 candidaturas a la Cámara de Representantes y 500 liderazgos con aspiración electoral, porque creemos que es posible transformar la política desde la ciudadanía y la formación.
Las renuncias en el Congreso no son solo una estrategia electoral, son un síntoma de un problema más profundo: la fragilidad de nuestra democracia y la desconexión entre representantes y representados. Si queremos un país con instituciones sólidas y con liderazgos comprometidos con la gente, necesitamos más que candidatos de turno. Necesitamos una ciudadanía vigilante y activa, que exija a sus representantes algo más que cálculos políticos.
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