¿Qué aspectos deben conservarse de la docencia universitaria virtual?
22 de Junio de 2022
Diferentes espacios de la vida cotidiana se afectaron por la pandemia de covid-19 y el confinamiento que produjo fortaleció el uso de herramientas tecnológicas para continuar con nuestras actividades personales, laborales y académicas.
En la docencia universitaria, específicamente en las facultades de Derecho, implicó una exigencia de adaptación inmediata, para no interrumpir la formación de los futuros profesionales. (Lea: La educación jamás volverá a ser la misma)
La tecnología permitió una forma nueva de transmitir el conocimiento. Transcurrido un gran periodo de la pandemia, y finalizada la emergencia sanitaria en Colombia, la gran mayoría de universidades han retornado a la presencialidad, por eso surge un interrogante: ¿qué queda de la virtualidad?
Francisco Bernate, presidente del Colegio de Penalistas de Colombia, consideró muy positiva la educación virtual por “la posibilidad de estudiar en cualquier lugar sin alejarnos de los nuestros, que la educación llegara a todos los rincones del país, el ahorro para el estudiante y su familia en gastos de desplazamiento y manutención, el impulso que se le dio a la creatividad con el empleo de las TIC. La calidad de vida de todos, el compatibilizar la vida personal con el cumplimiento de las metas profesionales”.
¿Debería mantenerse la virtualidad?
Al respecto, el penalista considera que debería mantenerse, “debe seguirse aplicando, es necesario atender la situación de cada estudiante o docente. El estudiante tiene derecho a recibir la mejor educación y si un docente no reside en el país o en la ciudad ello ya no es una limitante. Estudiantes que tienen un horario laboral difícil se ahorran el tiempo de desplazamiento y pueden acceder a sus clases, cualquier estudiante puede elegir el programa que quiera cursar dentro o fuera de nuestras fronteras sin el costo personal de dejar su lugar de residencia”. (Lea: Sindemia y educación superior: enseñanzas que deja la crisis)
Concluye Bernate con los beneficios de variar la forma de impartir clase, “ha sido una experiencia fascinante, por ejemplo, no emplear textos sino videos, series, películas, incluso podcasts”.
Por su lado, Nancy Alvarado, decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Cooperativa, resaltó “tener una plataforma en la que aparecen las clases disponibles con todos los recursos, y también formulando algunas clases completamente virtuales, en las que el estudiante autorregula el momento de aprendizaje en relación con el tiempo y planea los encuentros sincrónicos con el profesor”.
Eso sí, deja claro que se debe renovar la experiencia de cátedra de los futuros juristas en un modelo que podría denominarse híbrido. Así lo comparte Bernate al afirmar que “sin duda el modelo híbrido es el indicado. No podemos limitar el acceso a la educación superior de quienes no residen en una ciudad, o dentro de nuestro país o tienen dificultades de horario. La tecnología llegó para quedarse”. (Lea: Demanda de educación presencial vs educación virtual)
De igual manera, Alvarado cree que “la profesión no puede huir de la era tecnológica con la excusa de que lo que tenemos es mejor, en cambio debemos prepararnos mejor para la utilización de recursos pedagógicos mediados por la tecnología. Lo que estamos preparando son abogados de una nueva generación, lo menos que podríamos hacer es procurar los espacios que permitan desarrollar las habilidades e ir de la mano, por ejemplo, del nuevo concepto de justicia digital”.
En definitiva, la virtualidad en la docencia universitaria ofrece beneficios impulsados por la tecnología y obliga a optimizar los métodos de enseñanza en las facultades de Derecho. Se debe seguir preparando el camino desde las aulas de clase para que los profesionales que lleguen al ejercicio profesional estén listos para afrontar una administración de justicia que ha adoptado la virtualidad.
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