25 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 26 minutos | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Al Margen

Tiempo de propuestas

190131

Juan Manuel Camargo G.

El miedo es mal consejero y por eso hay muchos dedicados a infundir miedo en la opinión pública: porque es la forma que utilizan para manejar lo que ahora se llama pomposamente “la narrativa”.

Por semanas hemos estado hablando de asamblea constituyente, de un referendo, del poder constituyente primario. Qué coincidencia que el tema haya empezado a ventilarse por los días en que se destapó la corrupción en la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres y el desastre del piloto de servicio de salud a los afiliados de Fecode. El mayor temor que despierta el presidente Petro es que se quede después de los cuatro años que le corresponden y, por eso, cualquier sugerencia al respecto sirve como distractor.  

Para los realmente preocupados por esa posibilidad, recomiendo la lectura de la columna Sismógrafo de las instituciones, de Héctor Riveros, columnista de La Silla Vacía. Como él escribe, para saltarse la Constitución y las instituciones, el presidente tendría que tener una popularidad, ascendencia, respaldo y habilidad que no tiene. Agrego que las competencias de este Gobierno son negativas, como lo prueba lo que ha hecho con el sistema de salud. Planearon y ejecutaron asfixiar financieramente a las EPS, pero no se preocuparon por diseñar e implementar un sistema de reemplazo. Un referendo, y más una asamblea constituyente, requerirían de una planeación, organización y trabajo que parece fuera del alcance de los que hoy están a cargo. Y, si lo llegaran a intentar, fracasarían estrepitosamente, ya que ningún otro estamento está dispuesto a entregar el país, y menos a los que actualmente lo mandan. Que hay muchos corruptos. Lamentablemente, sí. Pero no son todos, ni mucho menos. Y aun los más corruptos temen entregar la teta de la que maman a alguien que puede reemplazarlos con corruptos de su propio clan.

En los últimos días, el presidente ha empezado a declarar que no había hablado de asamblea nacional constituyente, y menos para reelegirse. ¿Significa eso que lo entendimos mal? No. La negativa puede deberse a otros factores. Podría indicar (son especulaciones mías) que los anuncios de una reforma constitucional no cayeron bien ni siquiera en sus propias huestes, por lo que hay que rectificarlas.

Tanto el anuncio como su desmentida se deben a cálculos políticos, al deseo de poner los temas de conversación, mientras los verdaderos escándalos se olvidan o pasan a segundo plano. Mi suposición es que Petro es realista y no aspira a quedarse en la presidencia, pero sí a nombrar su sucesor y a seguir siendo un jugador clave en la política nacional. Nos guste o no, Petro consigue que un elevado porcentaje de la población (quizás hasta una tercera parte) lo siga sin que importe nada. Petro aspira a que ese sector marque la diferencia y decida la próxima elección presidencial. Para mantener activos a sus seguidores, necesita mantener elevada la temperatura en la discusión pública. Generar polémica, levantar los ánimos e inducir el extremismo. Lo que más convendría a sus aspiraciones sería que surgiera un fuerte candidato de lo que llaman extrema derecha, para radicalizar la opinión. O al menos un fuerte interlocutor. Es paradójico, pero Petro se fortalecería si surgiera una figura carismática que se le opusiera, porque Petro se crece en la confrontación. Por ahora, está peleando solo y eso lo limita.

Sin embargo, la gente está cansada. Cansada, por un lado, de siempre hablar de los mismos personajes y de los temas que esos personajes lanzan a la palestra. Cansada, por otro lado, de comentar solo malas noticias y compartir la desesperanza. Es un cansancio real, justificado y, sobre todo, sintomático de una predisposición que probablemente conduzca a un cambio positivo en nuestra sociedad. Tenemos tantas ganas de pasar la página que, tal vez, en la práctica, la estamos pasando. Ya pedimos a nuestros amigos y conocidos que hablemos de otra cosa que no sea Petro. Con tanto problema que se acumula y agrava, ya empezamos a pedir propuestas e ideas para dentro de dos años.

En la medida en que crezca el diálogo reposado sobre temas serios se le irá bajando la temperatura a la conversación nacional. Bajar la temperatura va en contra de los que quieren exacerbar los ánimos para fomentar los extremos. Hay que olvidarse de la derecha, de la izquierda, del centro. Los enemigos internos que tenemos van a perjudicar a todas las corrientes por igual. Que se va a deteriorar el servicio de salud. Eso afectará a todos. Que la guerrilla va a tomar territorios Lo mismo. Lo que debemos hacer es situarnos del lado constructivo, no del destructivo. Y ese lado constructivo tiene derecha, izquierda, centro, arriba y abajo. Lo importante es estar de este lado de la cerca y que al otro lado se queden los que quieren destruir al país.

Desgraciadamente, lo que queda de este Gobierno no promete soluciones sino agravamiento de problemas. Por consiguiente, debemos atrincherarnos y empezar a preparar el futuro. Es tiempo de propuestas, de diálogo constructivo, de convencimiento colectivo y de sosiego. Bajémosle la temperatura a la discusión. No nos dejemos llevar por anuncios apocalípticos. Este Gobierno, como todo, también pasará. Preocupémonos por el después.  

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