25 de Noviembre de 2024 /
Actualizado hace 36 minutos | ISSN: 2805-6396

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Opinión / Etcétera

Cine y Derecho

O. J., el sueño y la pesadilla americana

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O. J. Simpson era la personificación del sueño americano, un afroamericano que triunfa en el deporte universitario y profesional, actor de cine y figura de la publicidad de grandes marcas en EE UU.

Pero a la vez vivió en una sociedad segregada que le exigía lograr el éxito o ser parte de la lucha por los derechos civiles de su comunidad. Eligió el éxito y se integró, pero solo como lo aceptaba la sociedad blanca de la época, sus conocidos relatan que el problema racial no le interesaba, no se consideraba negro, era O. J. (Lea: Afuera de Auschwitz)

Hasta que llegó la tragedia, el asesinato de su esposa Nicole Brown y de Ronald Goldman, y la paradoja más rabiosa se ensañó contra el ídolo, se convirtió en la bestia de la pesadilla americana. (Lea: El Núremberg argentino)

Una vida que relata el extenso documental de Ezra Edelman, O. J. Made in America; la juventud y formación del atleta, la lucha por los derechos civiles de la comunidad negra, el culto a la celebridad, la violencia intrafamiliar, el asesinato y la aplicación de justicia son mostrados con vigor en esta serie testimonial de siete horas (Star +).

Podríamos pensar que se trata de uno más de los ascensos y caídas del típico héroe americano, pero lo que vino después del asesinato de su esposa hizo más conocido a O. J. de lo que ya era en su país y el mundo supo de un caso penal que paralizó las actividades mientras se transmitía por televisión, lo llamaron el juicio del siglo, entre 1994 y 1995. (Lea: WeCrashed y el emprendimiento salvaje)

Aún ahora en las facultades de Derecho resuena el asunto como ejemplo de cómo ganar o perder un caso, se habla de la contaminación de pruebas, de los interrogatorios de la defensa a peritos y testigos y del manejo de la escena del crimen.

Parecía un asunto fácil para la fiscalía, que contaba con antecedentes de violencia intrafamiliar contra Brown, por la falta de explicación de O. J. sobre dónde había estado al momento del crimen y hasta por su huida, transmitida en vivo, en su camioneta Ford Bronco blanca. (Lea: Perry Mason para una época oscura)

Por otro lado, la serie American Crime Story, The People vs. O. J. Simpson (Star +) tiene la virtud de diseccionar el sistema judicial norteamericano, el trabajo de los abogados de la defensa y sus rencillas, los intereses políticos de los fiscales, los sesgos de la investigación policial, el proceso de conformación del jurado popular, los conflictos de interés de los jueces, las estrategias dilatorias y el sinnúmero de hechos que rodea a un proceso penal.

Esta producción se basa en el libro de Jeffrey Toobin, The Run of His Life: The People v. O. J. Simpson, en el que se revela la estrategia de la defensa que se conoce ahora como "the race card". (Lea: Jury Duty o cómo reírse de la justicia)

Y es que la ciudad de Los Ángeles, a pesar del glamur de su vida ligada a la industria del espectáculo, ha sido escenario de los disturbios raciales más fuertes en ese país, como el de Watts, en 1965. (Lea: Literatura, cine y Derecho para fin de año)

Precisamente así inicia la producción de Ryan Murphy, en un contexto enrarecido por otros disturbios, causados por la absolución de varios policías blancos acusados de la muerte de un ciudadano negro, Rodney King, en 1992, hecho que antecede al juicio contra O. J. (Lea: Tetris, diversión, riqueza y muerte)

El tema racial surgió como una estrategia salvadora para la defensa de la celebridad, ante la falta de convicción de los mismos abogados sobre la inocencia de su cliente. Y es que el ambiente de brutalidad policial se aprovechó para desviar el caso. (Lea: La salud es un negocio)

También el papel de los medios de comunicación es esencial para entender lo que ocurrió. El culto a la celebridad en los 90 ya influía las decisiones judiciales y las escenas sobre la conformación del jurado, que antes de ser seleccionado conocía cada detalle de los hechos que iba a juzgar, hacen pensar en una aplicación de una justicia sesgada. (Lea: Derecho sucesoral)

Además, el escrutinio sobre cada actor del proceso por parte de los noticieros y programas de entretenimiento nos trae al presente y evidencia que la estrategia del asesinato de carácter no es algo de este siglo, basta ver el juicio que hacían a la fiscal Marcia Clark sobre su aspecto físico y su vida privada. (Lea: Anatomía de un juicio)

El veredicto de no culpable para O. J. no lo absolvió en la calle y la aceptación que logró en sus años de celebridad se convirtió en rechazo, pagó cárcel por otro caso y nunca terminó de cancelar la condena civil que sí lo halló culpable. El final de su vida es un reflejo no solo del fracaso personal, sino del sistema judicial y de la sociedad de su tiempo. (Lea: Pirámide estrato seis)

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