Doxa y Logos
Teatro, ética y Derecho
Nicolás Parra Herrera
@nicolasparrah
El teatro y el Derecho han deambulado cogidos de la mano. Obras como Antígona de Sófocles, Las Euménides de Esquilo, El mercader de Venecia de William Shakespeare, 12 Angry Men de Reginald Rose, El Círculo de Tiza Caucasiano de Bertolt Brecht, y Witness for a Prosecution de Agatha Christie, por mencionar unas, hacen parte de la conciencia jurídica e iluminan dicha relación.
En el 2014, el escritor, penalista alemán, y autor de El caso Collini, Culpa y Crímenes, Ferdinand Von Schirach, publicó Terror, una obra de teatro presentada por primera vez en el 2015 en el Deutsches Theater de Berlín y traducida al español el año pasado. Esta obra ha ganado un lugar en ese extraño género del teatro sobre Derecho. Desde el inicio, plantea una nueva forma dramática: el juez les pide a los espectadores de la obra de teatro que decidan si absuelven o condenan al acusado. Más aún, Von Schirach al final escribe dos finales alternativos. La audiencia (o los lectores) escogerán el destino de la fuerza de la ley.
La obra —y el caso porque se trata de un proceso judicial— es sobre el piloto alemán Lars Koch, a quien se le acusa de la muerte de 164 personas que viajaban en un avión comercial secuestrado por un terrorista, quien amenazó en estallarlo en un estadio de fútbol con cerca de 70.000 espectadores. El Tribunal Constitucional Federal declaró inconstitucional dos artículos de una ley que facultaba al Ministro de Defensa a ordenar el uso de armas, incluso secuestrados para protegerse ante el terrorismo en una situación de peligro evidente. Koch admite que derribó el avión sin la autorización y con el antecedente constitucional. En palabras más sencillas, la ley admitía, en situaciones excepcionales, matar inocentes para salvar a más inocentes, y el Tribunal Constitucional declaró que ello violaba la dignidad humana. Una vida no puede compensarse con más vidas. A pesar de esto, Koch tomó la decisión de evitar que el avión estallara en el estadio derribando al avión previamente.
El caso es interesante, pero no es novedoso. Se asemeja al ejemplo de Philippa Foot, filósofa moral inglesa, sobre el tranvía que se queda sin frenos y atropellará a cinco trabajadores que se encuentra en la vía a menos que el conductor gire la palanca para cambiar su curso, lo cual terminaría matando a una persona que se encuentra en el otro riel. ¿Deben ser las consecuencias eventuales en el mundo el fundamento de nuestras acciones o deben ser los principios, como el de dignidad, independientemente de los efectos que ello cause en el mundo su fundamento? Consecuencias o principios, he ahí el dilema o el falso dilema según la teoría ética que se adopte.
Pero lo interesante del texto de Schirach no es repetir las discusiones morales, lo interesante es introducir a personas —abogados y no abogados— a la tragedia del Derecho: si partimos de principios, sacrificaremos el caso particular. Como dice el fiscal del caso, con el Derecho ocurre lo mismo que con la amistad: “No vale para nada si sólo existe cuando las cosas van bien”[1]. Por otra parte, está la versión del abogado defensor tratando de rescatar lo particular frente a los principios y suplicando: “Si condenan hoy a Lars Koch, si ponen un principio constitucional cuestionable por encima de este caso particular, estarán diciendo con ello que no debemos defendernos de los terroristas”[2]. Esta obra es el choque entre lo universal y lo singular; el principio general y el caso particular; la ley y el rostro; la persona natural o jurídica y Lars Koch, un ser humano de carne y hueso, en fin, la tragedia del Derecho.
El teatro es un género apropiado para representar no solo dicha tragedia, sino abrir la discusión ética y jurídica de los casos difíciles, quizás imposibles, donde al juez solo le queda la angustia de decidir el caso sin tener piso firme. Para Von Schirach, el teatro y el Derecho deambulan juntos, porque “un caso judicial está hecho para el escenario, pues en el fondo todo caso criminal se parece a una obra de teatro. Sigue la dramaturgia; no es un accidente que el teatro y las cortes tengan el mismo origen. Incluso hoy las partes de un caso re-actúan el crimen —no a través de las acciones, claro, sino en el lenguaje”[3]. Aún falta mucho por explorar de esta relación, pero Terror, creo yo, entró en el canon de las obras de teatro que plantean discusiones sobre los posibles límites del Derecho y su relación de amor y desdén con la ética.
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