Tiempos recesivos
Salomón Kalmanovitz
Economista e historiador
La economía colombiana crecía mediocremente antes de la pandemia. En el 2019, el crecimiento fue apenas del 3 %, pero, en el 2020, la crisis de salud pública y la parca respuesta del Gobierno se conjugaron para causar una contracción de casi el 7 % del Producto Interno Bruto (PIB), la peor en la historia moderna de Colombia. La Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, por contraste, causó una pérdida de actividad económica del 3,5 % en dos años, seguida de una fuerte recuperación.
Los sectores más golpeados fueron la minería, el petróleo en particular, y el comercio, que ajustaron pérdidas de más del 15 % sobre su nivel del 2019. La industria perdió casi el 8 %. Exportaciones e importaciones también se malograron en cifras cercanas al 18 %, reflejando el contagio sufrido por Colombia de una crisis sanitaria global. La malevolencia de Donald Trump hizo recaer la responsabilidad por el virus letal a China –“virus kungfu”, expresó despreciativamente el presidente del país más rico del mundo– en vez de concentrarse en combatir la expansión de la infección en su país, que, por su incompetencia, terminó siendo el más golpeado del planeta.
En Colombia, el desempleo aumentó a una quinta parte de la población, pero con las aperturas graduales terminó el año cerca del 14 % de la fuerza laboral, afectando en particular a mujeres y a jóvenes, mientras que el sector informal se expandía por encima del 65 % de la población. Hubo países que tuvieron un desempeño peor que el colombiano, como Venezuela, que marcó más del 30 % de desempleo abierto.
En estas circunstancias, era necesario que el Gobierno central aumentara su gasto para contrarrestar la caída de la actividad privada. Pero no. Según las cuentas nacionales del 2019 y el 2020, el consumo del Gobierno aumentó el 5,3 %, en el 2019, pero solo el 3,7 % en el 2020, cuando más se necesitaba. El gasto compensatorio del Gobierno que fue a Familias en Acción, Jóvenes en Acción y al Adulto Mayor alcanzó menos del 3 % del PIB del 2020, registrado en el Fondo de Mitigación de Emergencias (Fome). Aunque Alberto Carrasquilla sumó peras con manzanas para que le diera el 11 % del PIB de gasto compensatorio, las garantías de créditos ofrecidas por el Gobierno y las medidas de liquidez permanente del Banco de la República que incluyó en su listado de “gastos” no lo son de ninguna manera.
Colombia está por debajo de EE UU, que, en el 2020, gastó el 13 % de su PIB en enfrentar la pandemia (superando el 20 % en lo que va del 2021), Perú con el 9 %, Brasil con el 8 %, Chile el 6 % y solo superábamos a México, cuyo avaro presidente, Manuel López Obrador, lo tiene en el 1 % del PIB. La revista The Economist ha caracterizado al gobierno mexicano como el de peor desempeño en la crisis, porque ha obtenido un superávit fiscal cuando su economía se ha contraído el 8,5 % en el 2020. México ha superado las 200.000 muertes por covid-19 y se ganó el tercer puesto a nivel global por el número de fallecidos. La publicación inglesa dice que, “a diferencia de otros líderes de la región, López Obrador es un halcón fiscal que piensa que ‘las medidas contra-cíclicas solo profundizan la desigualdad y fomentan la corrupción que benefician a muy pocos’, rehusándose a aumentar el gasto público para ayudar al pueblo y a los negocios a superar la pandemia”.
El gasto del Gobierno colombiano es mayor que el de México, pero tampoco es una maravilla. Ahora está buscando financiarlo con una pesada carga de impuestos (26 billones de pesos), cuando la economía apenas comienza a levantar cabeza, lo que puede terminar decapitándola.
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