La lucha contra la inflación ya cobra su primera víctima: Alemania entra en recesión técnica
Jorge Arango Velasco
Profesional en Finanzas de la Universidad Externado de Colombia
Sea lo primero aclarar que un país entra en recesión técnica cuando acumula al menos dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del Producto Interno Bruto (PIB). La Oficina Federal de Estadística Alemana (DESTATIS, similar al Dane colombiano) ha confirmado recientemente ese retroceso en términos interanuales: la economía alemana se contrajo un 0,8 % y un 0,4 %, en los dos últimos trimestres, respectivamente.
Esta recesión se da en el contexto de la lucha contra la inflación, en la cual el Banco Central Europeo (BCE) ha instado la subida de las tasas de interés a máximos no observados en los último 15 años para que la inflación en la Zona Euro, que tocó un techo de más de 10 % en octubre, baje al nivel fijado como meta de 2 % hacia el 2025.
La importancia de Alemania, no solamente en Europa, donde es llamada la locomotora de la economía, sino también a nivel mundial, es innegable. De hecho, para la última medición del Producto Interno Bruto Global realizada en la publicación Perspectivas de la economía mundial, del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicada en octubre, Alemania se posicionó como la segunda economía del mundo, solo por debajo de EE UU y por encima de Japón. El mismo FMI estima que el PIB de Alemania será de USD 4,43 billones en el 2023, en comparación con los USD 4,23 billones de Japón.
Pero Alemania no siempre fue la potencia económica que es hoy en día. Entre los años noventa y principios de los dosmil, el país se encontraba en una situación compleja, debido a las consecuencias de la reunificación con Alemania Oriental. Sin embargo, la Alemania unificada se recuperó con fuerza y su posición geoeconómica cambió de manera notable. Esto le permitió jugar un papel determinante en la crisis de deuda soberana de la Zona Euro, cuando países como Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre perdieron acceso a los mercados financieros. Alemania asumió una posición líder, en la cual fue la protagonista que salvó a dichos países de una profunda crisis. No obstante, la resistencia económica de Alemania parece estar debilitándose. Actualmente, el país enfrenta posiblemente su desafío económico más significativo desde la reunificación: la lucha contra la inflación y el efecto de las medidas que se toman para pelear contra la inflación.
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Todos los economistas, en especial los del BCE, confiaron en las medidas clásicas de aumento de tasas de interés y reducción del gasto público como la panacea para controlar la inflación derivada de la pandemia y su posterior recuperación. Sin embargo, en la ecuación había que considerar elementos externos tan importantes como la escalada de los precios de la energía como consecuencia de la guerra en Ucrania.
Alemania es un país más industrializado que la media de sus coterráneos europeos, lo que la obliga a consumir más energía para su producción industrial y, por supuesto, para el consumo de hogares en el invierno que ya se aproxima. Dado el desabastecimiento de gas ruso por la guerra en Ucrania, Alemania, que principalmente tiene producción de energía con térmicas de carbón, se ha visto en la imperiosa necesidad de importar carbón, alcanzando récords históricos. Así mismo, el gobierno alemán ha tenido que salir a defender con subsidios los precios de la energía para los hogares y las pymes, ya que, de no hacerlo, podría darse un impacto de más de EUR 54.000 millones sobre familias y pequeños negocios, según lo ha expresado el ministro alemán de Economía y Clima, Robert Habeck.
La pugna entre las prácticas económicas tradicionales de aumento de tasa de interés, sumado a la crisis energética han llevado a la locomotora alemana a lo que parece estar cerca de un descarrilamiento. Lo que hace cuestionarse si en un mundo tan globalizado, susceptible a cambios y a imprevistos, todavía se pueden aplicar medidas que fueron establecidas por John Hicks en 1937, bajo un panorama económico totalmente diferente.
El hecho de que Alemania y otras grandes economías, como Francia, estén experimentando un impacto severo debido a situaciones coyunturales, podría llevar al BCE a mantener la pausa en el aumento de los tipos de interés. En este sentido, se anticipa que, en su próxima reunión del 7 de diciembre del 2023, el BCE mantendrá la tasa de interés, la cual ha alcanzado su nivel más alto desde 2001 luego de haber realizado 10 aumentos consecutivos desde julio del 2022.
Y es que la lucha contra la inflación no solamente ha utilizado los tipos de interés como herramienta para mantener a raya el aumento de los precios, en Alemania la reducción del gasto público ha sido otra de las medidas utilizadas para fomentar este control fiscal, tanto así que analizando la composición del crecimiento económico alemán, se observa que el principal factor negativo de su recesión es la profunda disminución del gasto de gobierno, el cual ha tenido caídas tan significativas como un 4,9 %, en el primer trimestre del 2023. Este control fiscal ha sido tan rígido, que ha llevado a una crisis presupuestal en la cual se han invocado medidas de emergencia que suspenden el límite al endeudamiento externo que figura en la Constitución alemana (Ley de Bonn, vigente desde 1949).
El mencionado límite al endeudamiento externo se incluyó en la Constitución en el 2009, pero ya ha sido suspendida dos veces desde el 2020, para abordar las emergencias nacionales de la pandemia y ahora de la recesión. Esta situación sucede en la vecindad de la llegada del invierno, el cual se recrudece por la ya mencionada crisis energética.
Solo resta esperar a que las expectativas del Bundesbank (Banco Central Alemán, similar al Banco de la República en Colombia) acierte en su pronóstico de recuperación para el primer trimestre del 2024, justo, cuando con la llegada de la primavera, ojalá como las flores, florezca la economía.
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