Memoriales / Academia
La importancia del idioma inglés en las facultades de Derecho
05 de Septiembre de 2014
Carlos Mario Molina Betancur
Director Ejecutivo de la Asociación Colombiana de Facultades de Derecho (Acofade)
La importancia de la adopción del idioma inglés como segunda lengua en las facultades de Derecho comienza a sentirse cada vez con mayor fuerza, no solamente por la actual exigencia empresarial al momento de contratar profesionales, sino también por los parámetros de investigación establecidos recientemente por Colciencias.
Por ello, el uso de una segunda lengua, con énfasis en el inglés, ha pasado de ser un privilegio en Colombia para convertirse en una necesidad sentida en casi todas las áreas de producción. Esta necesidad comienza con el proceso de globalización de la época de posguerra, como principal motor de desarrollo industrial, para la reconstrucción de Europa, lo cual se convirtió también en una obligación mundial, tanto en el mundo político como en el de los negocios.
Después de la caída del muro de Berlín y de la posterior Declaración Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) sobre la educación superior, en 1998, dicho proceso comienza a impactar considerablemente el mundo de la educación.
Una vieja exigencia
En efecto, la educación superior había sido un tema discutido en la agenda internacional desde hace más de medio siglo. La Unesco fue propuesta en 1945 con la finalidad de “crear una organización que estableciera “la solidaridad intelectual y moral de la humanidad”, para la reconstrucción de los sistemas educativos del mundo, pero toma mayor fuerza en los años noventa con el fin de la Guerra Fría.
Con el proceso de globalización virtual que vive actualmente en planeta, la educación superior ha sido el principal motor de cambio por la necesaria transformación en la forma de producción de los diferentes países. Uno de estos cambios está relacionado con la producción científica y difusión del nuevo conocimiento, en los cuales el dominio del inglés se ha convertido en la principal herramienta.
Esto se evidencia fácilmente en el mundo virtual, cuando se efectúan búsquedas bibliográficas para diseñar nuevos proyectos de investigación. La cantidad de información que se encuentra en esta lengua supera de forma significativa la información disponible en otros idiomas, incluyendo el español, más aún cuando se trata de temas novedosos y poco investigados.
De igual forma, esta necesidad se evidencia al momento de escribir artículos científicos, que corresponden a los resultados de los proyectos de investigación, muchas revistas internacionales indexadas con los mejores rankings exigen que estos sean publicados en inglés. En promedio, el 80 % de la información en internet se encuentra en este idioma, mientras que solo el 4 % se produce en español.
Por esta razón, se puede afirmar que si no existe un correcto dominio de este idioma, se podría formar una barrera de captación y difusión del conocimiento (Departamento Nacional de Planeación, 2000). Un ejemplo claro de esta barrera lo constituye el sistema Colciencias de medición de grupos, el cual establece unos puntajes muy altos a las publicaciones en revistas indizadas de quintiles Q1 y Q2. Sin embargo, todas estas revistas se encuentran publicadas en inglés.
Globalización
Por otro lado, el proceso de globalización también ha favorecido que dicha lengua haya tomado relevancia a nivel organizacional, ya que cuando las empresas pretenden establecer negocios con clientes de otros países, en donde los idiomas son distintos, el inglés se transforma en la herramienta fundamental de entendimiento y realización de las transacciones.
De igual forma, en el mundo laboral, para tener acceso a determinados cargos, también el inglés se ha convertido en requisito fundamental, lo cual puede evidenciarse en las ofertas laborales actuales, en donde aproximadamente el 75 % de los trabajos con perfil directivo exigen el dominio de la lengua de Shakespeare. Para el caso de las ofertas relacionadas con recién egresados, más del 50 % de estas también piden su dominio, al igual que el 70 % para puestos ejecutivos intermedios.
Para el caso del área de la internacionalización de la educación, este idioma también tiene mucha relevancia, no solamente porque el Icfes evalúa una competencia en segunda lengua en inglés, para todas las profesiones, sino que todas las carreras exigen porcentajes de suficiencia al momento del egreso.
En el Tratado de Bolonia de 1998, uno de los puntos presentados, como requisito de adopción, fue la promoción de la movilidad de estudiantes y profesores para realizar programas de pasantías en diferentes instituciones extranjeras, lo que demuestra ampliamente los programas de intercambio Erasmus y Sócrates y los sistemas tuning y 6 x 4, que cada vez hacen más necesario el dominio del inglés.
De igual forma, dentro de este tratado se habla de la adopción de un sistema de títulos, fácilmente comprensibles y comparables, de tal manera que se pueda promover la empleabilidad de los ciudadanos y la competitividad en el contexto internacional, en donde el inglés aparece como idioma universal de intercambio (ministros europeos de Educación, 1999).
Partiendo de lo anterior, cada vez es más importante que tanto estudiantes como docentes de las diferentes instituciones de educación superior adquieran competencias equivalentes a estándares internacionales, que les permitan leer, hablar y escribir en inglés. Dicha exigencia se ha convertido en el estándar mundial en educación y empleabilidad, y su adopción es vista como una buena oportunidad que ofrece el entorno para un mayor crecimiento personal y profesional.
Atraso en la formación de abogados
Las facultades de Derecho de nuestro país han realizado esfuerzos considerables para la exigencia y promoción de dicha lengua entre profesores y alumnos. Sin embargo, el proceso es muy lento y desde ya comienzan a sentirse grandes debilidades en la oferta de becas, de pasantías internacionales o de intercambios internacionales que se encuentran en nuestro país. Muchas de estas convocatorias se declaran desiertas o no se adjudican en su totalidad por falta de un buen nivel en inglés.
De igual forma, dicha exigencia no aparece todavía en muchos planes de desarrollo de las instituciones de educación superior, en donde se deberían establecer estrategias para garantizar su dominio, tanto por parte de los estudiantes como de los docentes de planta, al igual que para favorecer el proceso de internacionalización de aquellas. Algunas instituciones todavía no cuentan con un departamento, vicerrectoría o cancillería de relaciones internacionales; en las facultades de Derecho, el 90 % de los programas ofrecidos, de forma física o virtual, aparecen solamente expresados en lengua castellana; pocos planes de estudio se encuentran homologables con planes de estudio en inglés, el número de profesores que leen este idioma es escaso y muy pocos cursos imparten en esa lengua.
En esta vía, tanto la internacionalización de la educación como las necesidades del mercado globalizado exigen cada vez más un conocimiento mínimo en el idioma inglés, no solamente para aquellos aspirantes y profesores que quieran ingresar a las instituciones de educación superior, sino también al personal administrativo y directivo.
En algunos programas de negocios internacionales, ciencia política, comercio internacional, comunicaciones, ingenierías y Derecho, estas exigencias todavía no son muy claras, teniendo en cuenta que de esto dependerá, en gran parte y a corto plazo, un buen resultado de sus pruebas Saber Pro, las dobles titulaciones, los intercambios internacionales, la producción científica de alta calidad y la obtención de un buen empleo.
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