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Actualizado hace 10 horas | ISSN: 2805-6396

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La alternancia educativa en las facultades de Derecho: un nuevo choque generacional

10 de Marzo de 2021

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Carlos Mario Molina Betancur

Procurador Judicial II administrativo

Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia

 

La crisis generada por el covid-19 ha acentuado el choque generacional en las facultades de Derecho. En efecto, como ya lo habíamos resaltado en dos artículos publicados en este periódico, desde hace algunas décadas existen dos generaciones enfrentadas en las mismas: jóvenes profesores investigadores, diplomados con maestrías y doctorados, muchos de ellos bilingües y con vuelo internacional, y los “viejos” profesores de cátedra con 30 y más años de docencia, sin títulos de posgrado, pero con importantes carreras judiciales, empresariales o de litigio que les dieron reconocimiento y experiencia.

 

La pandemia ha diezmado un número importante de personas, lo que generó pánico entre discentes y docentes, y obligó a replantear la formación presencial en las facultades de Derecho, agravando el choque generacional que se ha producido desde hace unas décadas entre los “primíparos” docentes investigadores y los veteranos profesores de facultad.

 

La noción de alternancia educativa

 

Desde la declaratoria de la emergencia sanitaria en marzo del 2020 por el covid-19, el Gobierno Nacional ha insistido sobre la obligación de actuar con diligencia y oportunidad para adecuar la prestación del servicio educativo en el sector oficial y no oficial, acatando las recomendaciones de las autoridades sanitarias, sobre todo el aislamiento preventivo obligatorio y la promoción de hábitos de prevención del contagio del virus en los estudiantes, educadores y sus familias.

 

En este sentido, la Directiva 011 del 2020 contiene orientaciones específicas dirigidas a la continuidad en la prestación de educación inicial, preescolar, básica y media, y con relaciones directas al sector educativo de educación superior. Este documento imparte directrices para que en los establecimientos de educación superior se permita el desarrollo de actividades de planeación curricular, así como evaluar circunstancias particulares asociadas a la pandemia.

 

También orienta sobre la coordinación de esas actividades con la autoridad sanitaria competente (Minsalud, Res. 1721/20 y Dir. 16/20), con miras a la elaboración del plan de alternancia educativa en cada departamento, distrito y municipio certificado en educación, para que se inicie la preparación y las acciones requeridas para un retorno gradual, progresivo y seguro a las aulas en un esquema que combina el trabajo académico presencial y el de casa, con diferentes opciones para desarrollar las interacciones entre docentes y estudiantes.

 

Lo anterior debería contribuir a mantener las condiciones mínimas de bioseguridad con la prestación del servicio educativo en presencialidad, bajo el sistema de alternancia.

 

¿Qué significa la alternancia para estos dos grupos de profesores?

 

Para una buena parte de los docentes del primer grupo, jóvenes y “maestros” en las ciencias digitales, la alternancia significa una actualización de las competencias formativas que gobiernan el mundo moderno: los docentes no deben ser obligados a retornar completa e inmediatamente a la “dictadura de clases” en modalidad de presencia física en las aulas, puesto que el mundo ha evolucionado y hoy la mayoría de los profesores cuentan con medios electrónicos adaptados para impartir sus conocimientos desde la distancia. El internet, las redes sociales y el WhatsApp serían los mejores instrumentos de educación el en siglo XXI.

 

El segundo grupo, los maestros de la experiencia, considera que deben quedarse prioritariamente en casa, porque muchos de ellos se encuentran en edad de alto riesgo de contagio del covid-19, que se deben respetar los derechos fundamentales a la vida y la salud de los docentes y que el derecho a la educación debe ceder frente a la protección inmediata que necesitan los profesores y sus familias.

 

La anterior divergencia generacional sobre la alternancia no es extraña: mientras que los primeros funcionan como los discentes, de forma multimodal, con un lenguaje virtual multilateral, en donde los códigos no tienen ahora tanta importancia como internet, los segundos, que pueden tener más de dos generaciones de distancia con los primeros, interpretan el mundo de manera unidireccionalmente, basado en el respeto y el lenguaje directo y personal.

 

En estos dos sistemas, se difiere considerablemente sobre el mejor sistema de formación de las nuevas generaciones de abogados. El primer grupo se considera moderno, en donde las normas de conducta establecidas por el legislador no tienen tanta relevancia como aquellas que imparten los jueces en sus jurisprudencias y que se encuentran ampliamente comentadas en internet, mientras que el segundo, considerado tradicional, piensa que una relación directa con los estudiantes es fundamental, con prácticas de códigos comentados y preguntas sorpresa tipo quiz.

 

Para los primeros, la comunicación virtual es en la que deben formarse las nuevas promesas de juristas. Los cafés, los gimnasios, los parques y hasta el automóvil son lugares más propicios de enseñanza que las mismas aulas de clase. Los segundos creen que la retórica con discusiones socráticas presenciales es lo que ha formado todas las generaciones de abogados que conocemos y, por ello, mientras pasa la pandemia y ellos se aseguran de estar vacunados y sus familias, el aula de clase puede ser remplazada temporalmente por sus cursos dictados desde sus oficinas u hogares, siempre llamando a lista y viendo la imagen en directo de los estudiantes.

 

¿Qué piensan los estudiantes?

 

En general, los estudiantes de las facultades de Derechos están deseosos de regresar a clases presenciales, aunque sus padres están un poco menos preocupados. Sin embargo, los inquietos millennials asisten sorprendidos a un choque generacional importante entre expertos profesores formados por la retórica, que en ocasiones no saben manejar bien sus lenguajes tecnológicos, y los intrépidos aprendices nacidos en la era de la tecnología, mucho más próximos a ellos, pero no muy buenos oradores ni expertos en lo que dictan. Esto les genera un enfrentamiento cultural importante y un cambio trascendental en la educación jurídica, sobre todo en la forma de ver y aprehender el nuevo mundo y las nuevas generaciones de abogados.

 

Lo anterior los enfrenta a una dicotomía frustrante: la mayor parte de los jóvenes estudiantes sueña con practicar todo lo que aprenden teóricamente, viajar y conocer todo lo que pasa en el planeta, pero algunos profesores prefieren la retórica y el aprendizaje de códigos y normas locales. También, muchos discentes desean participar en concursos y discusiones de oratoria, misiones e intercambios internacionales, pero, para ciertos profesores, esas prácticas son una pérdida de tiempo que los desconcentran y desvían de la necesaria formación teórica. Algunos estudiantes quieren hacer varios programas simultáneamente, interrumpir sus estudios para hacer prácticas y excursiones. Sin embargo, muchos profesores prefieren que se concentren en su clase, por considerarla casi siempre la más importantes del pensum. Mientras algunos alumnos prefieren las dobles titulaciones y las pasantías en otras instituciones, esos docentes refutan las homologaciones y las equivalencias por considerarlas inferiores a sus enseñanzas.

 

Por ello, los jóvenes estudiantes no saben bien cómo conciliar experiencia y novedad, ya que de ello depende, en gran parte, su futuro inmediato, el cual les tocará ejercer en un mundo globalizado y competitivo. Muchos quieren profesores jóvenes y bilingües, pero extrañan la experiencia y los buenos oradores. Otros se inclinan por la experiencia, pero no entienden las clases dictadas por docentes a quienes, en las clases virtuales, muchas veces los escuchan enredado, solo aprecian de ellos una parte de su cabeza o de la biblioteca y, en ocasiones, se demoran horas en compartir pantalla.

 

Este dilema entre nuevas competencias de aprendizaje virtual y clases presenciales es lo que los estudiantes tendrán que conciliar cuando se enfrenten a las exigencias de alternancia educativa en las facultades de Derecho, a partir del primer semestre del 2021.

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